Capítulo 37

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– No pensé que una tormenta cayera hoy; habían dicho que estaría soleado – Comentó Mutsumi, mientras dejaba su paraguas empapado por ahí donde no mojase el suelo. Shinomiya se sintió cálido cuando entró en la casa de su senpai. Se suponía que debía ir a la suya, pero con la tormenta de afuera fue suerte que lograsen llegar a la del mayor, la cual quedaba más cerca.

– A veces el chico del clima se equivoca – Habló el castaño, para hacerle saber a Asuma que estaba al tanto de las noticias del clima. Su mirada miel divagó por toda la casa, hasta que se dio cuenta de un detalle. No había nadie – ¿No hay nadie en casa? – Le preguntó. El otro también se percató de eso, así que se aventuró en preguntar.

– ¿Mamá? ¿Papá? – La voz de Mutsumi se escuchó perfectamente retumbar por toda la casa, pero sin embargo no hubo una contestación de ninguna de las dos personas que había llamado. Para asegurarse, el de cabellera castaña oscura volvió a intentarlo, con otro nombre – ¿Nii-san? – Pero de nuevo solo hubo silencio – Tienes razón, parece que no hay nadie.

El castaño incómodamente asintió con el cuerpo rígido por la respuesta. Escuchar a Asuma llamar a su hermano mayor, le había dado un escalofrío. Menos mal no hubo respuesta.

– Será mejor tomar una ducha, sino queremos enfermarnos – Mutsumi tan lindo cuidando de él y de sí mismo. Asintió mientras dejaba que el mayor le guiase por la casa, hasta llegar a lo que parecía ser la habitación del chico. Estaba bastante ordenada, y muy espaciosa – Puedes tomar algo de mi ropa para cambiarte, iré mientras a preparar el baño.

– Le voy a hablar a mamá para decirle que estoy contigo y no podré ir a casa por la tormenta – Shinomiya escuchó el de Asuma que se alejaba más, señal de que había ido al baño a llenar la tina. Tomó su teléfono celular y marcó a su madre. Esperó uno, dos, tres timbres hasta que finalmente le contestaron.

Hayato, ¿En dónde estás? Ya es algo tarde y la tormenta de afuera es horrible – La voz de su madre sonaba preocupada, pero Shinomiya ya se esperaba esa reacción. Después de todo, era una madre preocupada por su pequeño.

– Estoy bien Mamá, estoy con Mu... – El castaño carraspeó un poco, antes de cambiar sus palabras – Asuma-san, me estaba acompañando para ir a casa cuando la tormenta nos sorprendió y tuvimos que venir a la suya que quedaba más cerca. Pasaré la noche aquí – Le hizo saber.

¿Te quedarás en casa de Asuma-kun? – La mujer había sonado bastante sospechosa en su tono de voz, como si hubiese algo que no le agradase de eso – ¿Hay alguien más en la casa además de ti y de Asuma-kun? – El menor no supo que contestar y se quedó mudo por unos segundos – ¿Hayato?

– Eh, ¡Ah sí! ¡P-Por supuesto! Sus padres e-están aquí, jejeje – Respondió de inmediato, rogando porque su mentirita blanca fuese creíble y su madre no siguiese preguntando nada.

¿En serio? – Preguntó ella, que seguía sin sonar satisfecha.

– S-Sí... – Volvió a contestar. Escuchó a su madre dudar, hasta que volvió a hablarle.

Pásamela, quiero hablar con ella – Se había quedado completamente en blanco ante esas palabras que no se había esperado. ¿Cómo demonios le haría ahora? Un rayo iluminó el cielo, pero no hizo ningún ruido. Hayato tomó una hoja de papel de papel que encontró y la pegó al celular.

– Lo siento Mamá, el clima está empeorando y creo que te pierdo – Enseguida comenzó a estrujar la hoja de papel cerca del teléfono para hacer más creíble su truco – ¿Mamá? ¡Mamá no te escucho! – Pero era obvio que si escuchaba sus quejas.

¡Hayato! – Gritó su madre, algo furiosa, confundida, y también un poco divertida por la situación. Sin embargo, Shinomiya finalizó con un:

– ¡Se corta la llamada! Te hablo más tarde, adiós – Y colgó la llamada para después apagar su celular y que ya no le estuviese llamando. Suspiró algo aliviado, pues se había salvado, por el momento. Por suerte su madre no tenía el número de Mutsumi.

Como Asuma le había dicho, decidió que tomaría algo de ropa prestada del ropero del más alto. Decidió tomar una gran camiseta de manga larga, pues comenzaba a hacer algo de frío. Inseguro con respecto a la ropa interior, decidió esperar por el mayor, pues estaba seguro que cualquier cosa que intentase ponerse se le caería de inmediato.

– Hayato-chan, la tina está lista – El mayor apareció por la puerta, sobresaltando un poco a Shinomiya. El castaño se sonrojó ante lo que iba a pedirle a Mutsumi, pero no tenía otra opción si no quería andar desnudo por la casa con este frío – ¿Qué pasa? – Preguntó el de mirada verde al sentir como Hayato le tiraba de la camisa.

– Este... yo... – Comenzó a hablar, sin saber qué otras palabras decir – No tengo más ropa interior y creo que la tuya me quedaría demasiado grande, ¿no tendrás otra de casualidad? – Preguntó por fin, aunque estaba seguro que su cara era de un color rojo intenso.

– Lo siento, no – Se disculpó el de tercer año mientras rascaba su nuca nervioso. Un pequeño y apenas visible rubor estaba en las mejillas de Asuma. Entonces el chico se acordó de algo – ¡Ah, es cierto! – Hayato le miró confundido, notando como es que el mayor buscaba algo entre unos cajones – Aquí está; Serinuma-san dijo que podría servir de algo si venías a mi casa.

Cuando Mutsumi le entregó la caja que supuestamente Serinuma le había dejado para él, Shinomiya no pudo evitar tener un escalofrío. Al ver el contenido, su miedo solo empeoró...

¡Me Gustas, Senpai!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora