Nikolai Plisetsky era dueño de una florería perteneciente a su familia desde hace décadas, una pequeña pero linda tienda ubicada en el centro de St. Petersburgo llamada "ЦВЕТЫ ПОЛЯ*", que resultaba también ser la misma vivienda del hombre, ocupando todo el segundo piso. Claro, ahora con el avance del tiempo estaba rodeada de edificios y diferentes tiendas de gran tamaño, pero el viejo Nikolai no se preocupaba por eso, no le importaba la competencia ni el que su tienda fuera la más pequeña y vieja del lugar, su clientela fiel jamás le fallaba y bien que se lo han demostrado con el transcurso de los años. La florería destacaba entre el público no por su apariencia, ni tampoco por que vendieran flores demasiado exóticas, aunque claro, los adornos florales que el anciano preparaba todos los días para exponer en sus vitrinas eran tan hermosos que hasta los turistas se acercaban para sacarles fotos, pero sin duda la flor más hermosa y que se robaba todas las miradas era el nieto del propietario del local, un hermoso ángel de cabellos dorados era el culpable de acaparar todas las miradas de los peatones cada vez que salía a la vereda a regar los arreglos florales o simplemente a barrer, su piel de porcelana era tan delicada que un simple roce con la espina de una rosa la teñía de un fuerte color carmín, y el fulgor de esas intensas esmeraldas eran la sentencia a muerte de quién se cruzara con su mirada, porque luego de un primer contacto era imposible apartar la vista de esos ojos y seguir respirando al mismo tiempo.
Yuri Plisetsky, ese era el nombre del precioso ángel de tan sólo 16 años que trabajaba junto a su abuelo ateniendo a los clientes con una hermosa sonrisa que terminaba encantándolos hasta convencerlos de comprar alguna de sus flores.
– Aah~ estoy agotado – Suspiró luego de despedir a los clientes, dejándose caer sobre una silla de la forma menos agraciada posible, terminando casi desparramado sobre su asiento. –
– ¿Agotado? pero si apenas abrimos hace una hora – Le recordó la otra chica que trabajaba con él, Mila Babicheva, una hermosa joven rusa de cabellera corta y ondulada color fuego y profundos ojos azules. –
– Esto me tiene agotado – Señaló con ambos índices su amplia sonrisa, esa que solía mostrarle a las personas que entraban a su tienda, pero la sonrisa no duro demasiado tiempo dando lugar a una mueca de desagrado total. –
– ¿Sonreír te tiene agotado?, ¿qué eres, un viejo amargado? – La chica se cubrió la boca para evitar una risa explosiva, mucho más al ver la sombría expresión del menor quien le enseñó su dedo medio. –
– Es molesto tener que sonreír todo el tiempo aún cuando me siento incomodo con algunos clientes... –
– ¿Te acosaron de nuevo? – Preguntó Mila ahora seria, acercándose preocupada al notar el cambio de expresión en su compañero que afirmó con un movimiento de cabeza. –
Yuri era un chico demasiado atractivo y no era sorpresa que muchas veces lo confundieran con una chica debido a sus rasgos andróginos y perfecta figura. Recibía halagos por su hermoso rostro y admitía que no era malo escuchar algún piropo para subir los ánimos, pero muchas veces esos cumplidos brotaban de labios de pervertidos que miraban con otros ojos la figura del menor, aún cuando les corregía diciéndoles que era un hombre no los detenía, de hecho, parecían mucho más interesados por tan exótica criatura. Tenía que lidiar con acosos que recibía por parte de sujetos que se hacían pasar por clientes, era realmente desagradable tener que seguir sonriendo en situaciones así, porque no podía armar un escándalo en la florería de su abuelo y traerle problemas por malos tratos a la clientela como ya paso una vez en sus primeros días de trabajo cuando un tipo se sobrepasó y tocó su trasero descaradamente, enfrentándolo de forma violenta, gritando improperios acusándolo de depravado frente a todos los clientes. Por supuesto el sujeto fingió inocencia y se quejó con el encargado por las falsas acusaciones contra su persona; su abuelo no tuvo más opción que disculparse, más bien humillarse frente al cerdo que se retiro satisfecho con una asquerosa sonrisa en los labios. Fue la primera y última vez que perdía el control de esa forma.
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Steady Love
FanfictionCon la trágica pérdida de sus padres y una terrible pena que lo consumió en silencio, Yuri Plisetsky se encerró hasta perder contacto con el exterior. Su abuelo y único familiar con vida, dueño de una florería, lo rescató y jaló nuevamente hacia l...