XXII

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Estacionó el auto a unas cuadras de la florería, y el primero en bajar una vez el motor dejó de rugir fue Yuri, que atravesó la calle sin esperar a que Viktor bajara del auto. Llegó hasta la puerta del local la cual se encontraba abierta, las luces en el interior también estaban encendidas y podía escuchar movimiento en el segundo nivel, el piso era de madera así que escuchaba perfectamente el crujir de los pasos. El albino logró alcanzarlo antes de que subiera al segundo piso, agarrándolo del brazo y detener su acelerado actuar. Se miraron a los ojos, siendo los orbes del rubio los que reflejaban mayor temor por lo que sea que los esperaba arriba; las palabras no eran necesarias para describir el terror y angustia que inundaba sus facciones, y Viktor no pudo más que sentir su corazón encogerse dentro de su pecho, adolorido por verlo en aquel estado.

Ambos subieron las escaleras con cautela, con cada paso que daba, el corazón del menor se aceleraba más y más hasta sentir el pulso contra sus oídos. Viktor sujetaba su mano con fuerza mientras Yuri lo guiaba escaleras arriba. Se detuvieron frente a la puerta que les daría acceso a su hogar, pero el miedo petrificó al más joven frente a esta, si el artista no hubiera estado detrás de él sujetándolo de la mano, ya habría caído por las escaleras producto del pánico.

– Yuri – Lo llamó preocupado al sentir como la mano que sujetaba temblaba y comenzaba a sudar frío. –

– Lo sé – Dijo mirándolo de reojo – Sé lo que tengo que hacer. –

– Sea lo que sea que suceda una vez abras esta puerta... –

Pero no pudo terminar la frase, sus labios fueron sellados por los contrarios en un delicado y dulce beso que, aunque lo tomó por sorpresa, no demoró en corresponder. Yuri aprovechó que estaba un escalón más arriba para sujetar entre sus manos sin problemas el rostro de su novio, dedicándose únicamente a disfrutar de aquel exquisito contacto, frunciendo el ceño cuando se vio en la obligación de separarse.

– Yuri... Sea lo que sea que suceda una vez abra esta puerta, recuerda que te amo y que siempre estaré contigo – Terminó su frase anterior en un susurro, dedicándole una cálida sonrisa. –

– No hables como si no nos fuéramos a ver más...– El rubio le propinó un suave golpe en el hombro en modo de regaño – El beso que te acabo de dar no es de despedida – Hablaba en susurro también. –

– Claro que no, fue una dulce inyección de energía – Sonrió, acariciando con el pulgar los labios del más joven–

– Exactamente – Sonrió también. Le fascinaba que pudiera comprenderlo tan bien. –

No quiso demorar más, no tenía idea con qué se encontraría ahí dentro o cómo se tornarían las cosas una vez enfrentara a su abuelo y la policía. El miedo permanecía ahí, latente en su interior, pero la mano de su pareja aferrada a la suya le daba el coraje suficiente para continuar.

Giró el pomo de la puerta y la abrió; sus ojos se posaron de inmediato en la figura de su abuelo que conversaba con dos oficiales que tomaban nota, seguramente los datos del joven desaparecido. El rostro del anciano se desfiguró al ver a su nieto atravesar la puerta, toda esa preocupación que lo abrumaba desapareció al instante. Estuvo a punto de dejar a los policías que también se habían volteado y caminar en dirección al menor, pero la presencia de alguien más lo detuvo quedando completamente perplejo al descubrir la identidad de aquel acompañante, que se mantenía detrás de este mirando al dueño de casa con mesura.

El arrugado rostro del adulto mayor mutó a uno lleno de ira, y sin siquiera decir una sola palabra avanzó hacia la pareja que seguía bajo el marco de la puerta. Yuri se sobresaltó al verlo caminar a su dirección con notoria molestia, pero los ojos de su abuelo no lo estaban mirando a él, estos estaban fijos en la figura del albino que no parecía inmutarse en lo absoluto.

Steady LoveWhere stories live. Discover now