Mila observaba desde el mesón a su compañero que lucía realmente radiante esa mañana, la sonrisa que le dedicaba a los clientes no era la que acostumbraba a cargar; esa que denotaba falsedad había desaparecido, siendo remplazada por una genuina y encantadora. La pelirroja guardaba el dinero recientemente recaudado, cerró la caja registradora y apoyó los codos sobre la mesa para terminar acomodando el rostro entre sus manos.
Sin duda algo había pasado, el buen humor de Yuri lo delataba y eso aumentaba aún más la curiosidad de la joven rusa. Esperó que el pequeño ruso terminara de atender a unos clientes para luego atacarlo.
– Muchas gracias, vuelvan pronto – Despidió a la pareja que se retiraba de la florería con un hermoso arreglo de rosas. Giró sobre sus pies para dirigirse al mesón principal pero no esperaba encontrarse con esos enormes y curiosos ojos azules que en silencio exigían respuestas – ¿Qué pasa?. –
– Yo debería hacerte esa pregunta... – Sonrió de forma felina – ¿Qué pasa?. –
La persistente mirada de su compañera lo ponían nervioso, estaba claro que ya sospechaba algo por su actuar, y no era de sorprenderse, ya que hasta él mismo se había percatado de su notorio cambio de humor. Se sentía tan feliz y relajado, como si estuviera flotando en una nube muy lejos de la tierra desde donde todo y todos parecían tan pequeños, pero esa mirada le hizo aterrizar nuevamente ya que le fue imposible seguir ignorándola.
– No pasa nada – Intentó esquivar el tema, caminando en dirección a las rosas. Sus ojos se fueron directamente hacia las azules y nuevamente una sonrisa se dibujó en sus labios, claro está que ese dulce gesto no paso desapercibido por la joven pelirroja. –
– Oh vamos, claramente paso algo... Esa sonrisa lo dice todo – Hablaba con un tono de voz socarrón – Andas de muy buen humor, tu ceño no está fruncido y sonríes todo el tiempo... En serio, me llegué a preocupar. –
– Graciosa... – Su sonrisa se esfumó y la arruga en su frente volvió, provocando la risa de la chica. –
– La razón de esa linda sonrisa sólo tiene un responsable... Viktor Nikiforov. –
Mila supo que había acertado al notar como el menor se encogía en su lugar y sus mejillas se teñían de un adorable carmín. La chica se alejó del mesón para reunirse con el más bajo que intentaba omitir su nerviosismo acariciando con delicadeza los pétalos de las rosas azules.
– ¿Paso algo en la exposición ayer? – Se inclinó un poco para poder mirar su rostro mejor. –
– Pasaron muchas cosas ayer, no tan sólo en la exposición – Terminó confesando, agarrando una de las rosas para acercarla hasta su nariz y inhalar su frescura – Le pedí ser mi novio oficialmente... Y dijo que sí. –
Esas últimas palabras fueron suficientes para dejar sin habla a su compañera, tuvo que mirarla de reojo para verificar si se encontraba bien luego de aquella declaración, sorprendiéndose al notar el rostro contrario lleno de emoción y claro, el fuerte abrazo por parte de la pelirroja no tardó en llegar, exclamando a viva voz la felicidad que sentía al oír que por fin su pequeño gatito se había atrevido a dar él el primer paso, y no esperar a que Viktor se le adelantara; eso demostraba las ganas que tenía el menor por seguir adelante con su relación y por supuesto lo mucho que amaba a Viktor.
Cuando logró zafarse del asfixiante abrazo y reclamarle por ello, decidió dejar la conversación hasta ahí, sólo que Mila insistía con sus preguntas hasta el punto de colmar la paciencia del más joven.
– Pero que fastidiosa eres, ¿no tienes algo más que hacer?, ve a regar las plantas afuera o algo – Le dijo con notorio fastidio. – Estoy a cargo ahora, así que hazme caso y deja de joder. –

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Steady Love
FanfictionCon la trágica pérdida de sus padres y una terrible pena que lo consumió en silencio, Yuri Plisetsky se encerró hasta perder contacto con el exterior. Su abuelo y único familiar con vida, dueño de una florería, lo rescató y jaló nuevamente hacia l...