XI

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Abrió los ojos lentamente, estirando los brazos y piernas de forma perezosa hasta sentir el característico alivio de los músculos luego de permanecer tanto tiempo en descanso. Miró hacia los costados buscando a Viktor, percatándose de que ya no se encontraba en el sofá de la sala ni con el artista a su lado, estaba acostado en una cómoda cama con la luz de la habitación apagada, por lo que apenas podía vislumbrar el entorno. ¿Cuánto tiempo llevaba durmiendo?, se levantó con cuidado, encendiendo la lámpara que se encontraba en la mesilla de noche junto a la cama, descubriendo con ayuda de la tenue luz el amplio lugar. La cama a sus espaldas era enorme, cabían prácticamente unas cuatro personas en ella lo que sorprendió al joven ruso preguntándose por qué necesitaba una cama tan grande cuando era el único en aquel departamento. Mil ideas le vinieron a la mente pero decidió no divagar en aquel terreno de lo más privado, no le incumbía... Pero la curiosidad y cierto recelo brotaban desde su pecho sin poder evitarlo. Siguió escaneando la habitación con sus enormes y curiosas esmeraldas, enfocando su atención en los muebles, una combinación entre vintage y moderno, predominando los colores blancos y grises.

– Sin duda es la habitación de Viktor – Volvió a mirar la cama donde había despertado, sintiendo su rostro arder – La cama de Viktor... – Una traviesa sonrisa se cruzó por su rostro y sin dudarlo se lanzó sobre la mullida cama, abrazando una de las almohadas para acercarla a su nariz e inhalar el perfume del albino que prácticamente impregnaba la habitación. –

Se avergonzó por su infantil actuar, levantándose de inmediato con una postura más seria pero aún con la enorme emoción de haber dormido rodeado de la esencia del mayor

Al igual que en las paredes del pasillo, estas estaban decoradas con fotografías y pinturas. Se acercó una en particular, la pintura de un hermoso desnudo de un hombre de larga cabellera plateada, posando sentado sobre un banquillo alto mientras abrazaba una de sus rodillas contra el pecho. Con la poca luz que le ofrecía la lámpara de noche pudo apreciar que tenía los ojos cerrados y una apacible sonrisa. La rodilla en alto le servía como soporte para su mejilla, y todo en conjunto le hacía ver tan cómo y plácido, como si estuviera durmiendo y teniendo un placentero sueño.

– Se parece a Viktor... – Entrecerró los ojos acercándose más al cuadro para examinar aquel bello rostro. –

– Soy yo, ¿te gusta? – Las luces de la habitación se encendieron dejando expuesto al curioso chico que retrocedió asustado al oír la voz del peliplata. –

Yuri sintió su corazón dar un vuelvo al ver por fin la figura del artista apoyado contra el marco de la puerta, mirándolo con una sonrisa.

– ¿En serio?, ¿eres tú?. – Miraba a la pintura y luego al modelo repetidas veces. –

– Sí, soy yo – Se acercó hasta quedar frente al cuadro – Es de algunos años atrás, era sólo un chiquillo – Pasó los dedos por la pintura – En ese tiempo tenía el cabello largo – Una sonrisa nostálgica se apoderó de su rostro. –

– ¿Quién te hizo este retrato?. –

– Un viejo amigo, fue quien me introdujo al mundo del arte, de la pintura en especial – Con el índice apuntó la esquina inferior izquierda donde estaba la firma del autor – Christophe Giacometti, un talentoso pintor Suizo de quien estoy profundamente agradecido. Esto fue un regalo de cumpleaños, cuando cumplí 19 años exactamente. –

– Tu cumpleaños... – Esta era su oportunidad para preguntarle sobre su cumpleaños y sobre las mil otras cosas que quería saber del mayor – ¿Cuándo es tu cumpleaños?. –

Steady LoveWhere stories live. Discover now