Las rosas azules se estaban agotando y con ello sentía como le quitaban una pequeña parte de él, esa adoración algo obsesiva con aquellas flores era tan fuerte que miraba con recelo a quienes las compraban, ateniéndolos a regañadientes cada vez que le pedían agregar una en su ramo o simplemente llevárselas por montón. ¿Qué había pasado con las rosas rojas?, ¿ya se habían aburrido de ellas?, ¿por qué tienen que llevarse las únicas rosas que tanto adoraba y le recordaban a Viktor?. Las quería reclamar como suyas, adueñarse de ellas y no dejar que nadie las tocase, así como también quería de alguna forma adueñarse del poseedor de esos profundos ojos azules, por más loco que sonara era lo que más deseaba.
Mila se despedía de un cliente con una gran y encantadora sonrisa volviendo hacia donde se encontraba Yuri. El menor parecía demasiado concentrado con las tijeras, cortando los tallos de las rosas y algunas gruesas espinas que se interponían en su camino. La chica se acercó y notó la mirada perdida de su compañero sobre las rosas en las que trabajaba, completamente ausente. Miraba nerviosa las tijeras que seguían cortando los tallos, peligrosamente cerca de los dedos del joven ruso que si bien estaba más que acostumbrado a hacerlo debía mantener la vista fija en su acción o terminaría causando un accidente.
– Yuri, ¿por qué luces tan distraído? – Preguntó la rusa sin dejar de mirar precavida las tijeras –
– No estoy distraído – Respondió mirando de reojo a su compañera. Claro que estaba distraído, no podía dejar de pensar en lo ocurrido ayer en la noche, en la conversación con Viktor y los terribles deseos que comenzaba a sentir por el mayor de una forma que lo descolocaba. Ya no le bastaba sólo con besos y caricias, quería más contacto, deseaba fundirse con la piel contraria y experimentar con él el verdadero placer. –
Un agudo dolor en la mano le hizo soltar las tijeras que cayeron al suelo junto a sus pies, frunció el ceño y siseó adolorido al ver como comenzaba a brotar sangre de la palma de su mano izquierda. Notó el corte y aunque no parecía ser demasiado profundo la sangre no dejaba de salir, teniendo que hacer presión con su otra mano para detener el flujo. Mila vio la sangre y de inmediato fue en busca del botiquín de emergencias, sacando los implementos necesarios para curar la herida.
– No puedes estar distraído mientras usas las tijeras, deberías tenerlo claro – Lo regañó entregándole un pedazo de gasa para que siguiera presionando hasta que el sangrado se detuviera mientras ella se limpiaba las manos para continuar con la curación. –
Nikolai llegó en seguida luego de terminar de regar las flores en la entrada cuando vio a la pelirroja correr con el botiquín de emergencias, preocupándose al ver a su nieto con un huella de sangre que escurría por su brazo hasta el codo, desde donde pequeñas perlas carmesí caían al suelo.
– Yuratchka, ¿qué sucedió?, ¿estás bien? – Preguntó el anciano acercándose, permitiendo que la rusa comenzara con la curación. –
– Estoy bien, sólo fue un descuido. –
– Esto no es sólo un descuido, sabes perfectamente que debes tener cuidado al momento de trabajar con las tijeras – Lo regañaba el adulto mayor utilizando un tono de voz severo pero sin dejar la preocupación de lado. –
– Es lo que yo le dije – Aportó Mila desinfectando la herida con cuidado hasta quitar todo rastro de suciedad y sangre, también se encargó de limpiar el hilillo de sangre de su brazo. –
El rubio rodó los ojos y suspiró, lo trataban como si fuese un principiante en el uso de las tijeras, prácticamente le cortaba los tallos a todas las flores de la tienda y jamás había sufrido un accidente pero siempre había una primera vez, ¿no?, más cuando no te puedes sacar de la cabeza a cierto artista.
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Steady Love
FanficCon la trágica pérdida de sus padres y una terrible pena que lo consumió en silencio, Yuri Plisetsky se encerró hasta perder contacto con el exterior. Su abuelo y único familiar con vida, dueño de una florería, lo rescató y jaló nuevamente hacia l...