VIII

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Llevaba un buen rato encerrado en el baño mientras caminaba de un lado a otro procesando todo lo ocurrido en el taller. La cercanía de ambos cuerpos, las caricias que aún quemaban su piel, esos fuertes brazos alrededor de su cintura y el exquisito roce de labios, todo se sentía como un sueño, muchas veces había fantaseado con besar los labios de Viktor y ahora que por fin estaba sucediendo salía corriendo. Detuvo el paseo y volvió a fijarse en el espejo, mirando con molestia su reflejo, odiando esos ojos que transmitían inseguridad, cobardía, vergüenza.

– Ya es tarde para arrepentirse, no puedes simplemente huir de lo que tú mismo provocaste... – Le hablaba a su reflejo apoyando ambas manos en el borde del lavamanos, apretándolo con fuerza hasta que el dolor se hizo presente –

– Yuri, ¿estás bien? – La voz de Viktor sonaba preocupada desde el otro lado de la puerta, alarmando al menor que alejó la vista de su reflejo y giró hacia donde provenía la voz. –

– Estoy bien, en seguida salgo –

Volvió a mojarse el rostro, peinando su cabello hacia atrás y así dejar a la vista ambas esmeraldas que brillaban con determinación. Miró por última vez su reflejo y se encaminó a la puerta. Al abrirla no encontró a Viktor afuera, seguramente había regresado al taller, por lo que se apresuró para encontrarse con él, sorprendiéndose al verlo junto a su atril demasiado concentrado como para darse cuenta del recién llegado. Yuri arqueó una ceja curioso por saber que lo mantenía tan absorto, acercándose por detrás.

– ¿Ojos? – Preguntó el rubio al descifrar los primeros trazos que ocupaban gran parte del cuadro. Viktor detuvo el movimiento de su mano y giró levemente el cuerpo para encontrarlo mirando detenidamente su trabajo en pleno proceso. –

– Así es, son ojos – Sonrió mientras volvía a mover el pincel sobre la tela – Son tus ojos. –

Los mismos ojos que estaban siendo retratados con tanto fervor por el artista se abrieron manifestando la enorme sorpresa que le causaron esas últimas palabras.

– ¿Puedes retratarlos sin que yo esté al frente tuyo? Impresionante...–

– Tengo muy buena memoria – Apuntó su cabeza con el índice sonriendo orgulloso – A demás, tus ojos son algo que difícilmente alguien puede olvidar. –

El calor volvió a subir a sus mejillas, bajando la mirada avergonzado al oír la declaración dicha por el albino.

– Hoy me enseñaste indicios del erotismo que duerme en tu interior, lo vi perfectamente reflejado en esos hermosos ojos verdes – Se giró completamente para encararlo. El adulto depositó una suave caricia sobre la sonrojada mejilla, deslizando los dedos hasta la barbilla obligándole a alzar la mirada y concentrarse únicamente en sus ojos azules – Lograste seducirme sólo con tu mirada, pero no es suficiente. Aunque claro que disfruté mucho de tus besos y caricias, tus manos y labios inexpertos son de lo más adorables. –

– No... No se supone que debía ser adorable – Replicó bajando la mirada con cierta decepción. –

El peliplata no pudo evitar reír al ver como se desanimaba, por lo que decidió devolverle los ánimos con un tierno beso en los labios. Aquel gesto fue como una inyección de adrenalina que recorrió todo el cuerpo del rubio prendiéndole fuego, quedando mudo ante la penetrante mirada de esos zafiros.

– Iré a preparar café, ¿quieres? – Ofreció dejando el delgado pincel sobre una pequeña mesita junto al atril, donde reposaban otros instrumentos de trabajo. –

– Oh, claro – Salió del trance sonriendo nervioso. –

Observó al albino salir de la habitación y aprovechando que estaba solo se dio un fuerte golpe en la mejilla para despabilarse. Se pasó el índice por los labios rememorando el beso anterior mientras una boba sonrisa se apoderaba de su rostro. Dirigió su atención hacia la pintura, acercándose para examinar los finos trazos sobre el lienzo, era impresionante lo real que comenzaba a lucir, apreciaba a la perfección la forma del ojo. Era una sensación extraña la que se comenzaba a formar en la boca de su estómago, estaba muy feliz, pero al mismo tiempo avergonzado, ya que eran sus propios ojos los que retrataba con tanta dedicación.

Steady LoveWhere stories live. Discover now