XXIII

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Los días sin ver a Yuri habían sido una tortura para el artista, se había enclaustrado en su taller descargando todas sus emociones sobre el lienzo, y una vez que terminaba, rajaba la tela con una navaja hasta destruir por completo lo que ahí había plasmado. El color negro predominaba en sus obras, garabateaba sobre la tela intentando darle forma a su angustia, a ese terrible dolor que lo consumía poco a poco hasta que las ganas de seguir pintando se esfumaban. No había forma de describir, ni siquiera a través de la pintura, la agonía que le causaba estar separado de su precioso ángel.

Chris jamás había visto a su amigo tan mal, sumergido por completo en un oscuro abismo logrando extinguir ese precioso y peculiar brillo de sus ojos azules. El suizo había intentado sacarlo del departamento, llevarlo a tomar algo de aire, incluso a beber algo, pero Viktor se negaba a dejar su hogar, se negaba a dejar su taller e insistía en que debía seguir pintando.

Ya se iba a cumplir una semana desde que Nikolai había sentenciado su separación, ni siquiera podía contactarlo por teléfono; extrañaba su voz, extrañaba su sonrisa y esos preciosos ojos color jade. Extrañaba su compañía, sus conversaciones, ese mal carácter que le encantaba, sus besos y caricias... Se sentía desolado, y aunque estaba acostumbrado a la soledad, esta nunca se había desatado como ahora hasta el punto de experimentar un terrible sentimiento de vacío que le quitaba el sueño, el hambre y hasta las ganas de seguir respirando.

El artista suizo decidió intentarlo una vez más, debía sacar al ruso de aquel estado zombie en el que se encontraba. Ya no sacaba nada con decirle que se lo había advertido ese día cuando Yuri llegó hasta su hogar luego de huir del suyo, le advirtió que no era buena idea que el menor se quedara esa noche, pero al parecer Viktor no pudo contra los encantos de su joven pareja... Y ahora estaba sufriendo las consecuencias por tan mala decisión.

Se encontraba en el taller junto a su amigo que permanecía tirado sobre el sofá con la mirada perdida en algún punto del techo. Chris no se sorprendió al ver la cantidad de lienzos destruidos y amontonados en un rincón, tampoco de las paredes sucias con pintura y el desordenado lugar; todo ese caos representaba el estado anímico del albino, la tempestad con la que luchaba en su interior.

- Viktor, ya me cansé de verte así... - Dijo por fin luego de un largo rato de observarlo en silencio, dejando escapar un suspiro. -

- Entonces vete - Fue su única respuesta sin dirigirle la mirada. -

- Luces patético - Escupió sin una pizca de piedad - Entiendo que estés sufriendo pero no es sano que te quedes encerrado en este lúgubre lugar - Se acercó hasta el interruptor para encender la luz, provocando que Viktor se cubriera el rostro con el antebrazo por la molestia en sus ojos al haberse acostumbrado a la oscuridad - Apenas estás comiendo, tienes unas ojeras terribles y ni siquiera te preocupas de tu aspecto físico... ¡Te está creciendo barba!. -

- No es cierto - Le reclamó despejando sus ojos para mirarlo con cierta molestia, aunque luego de oír eso último no pudo evitar pasarse la mano por el rostro para detectar algún vello, pero su piel seguía tan suave como de costumbre.-

- Escúchame Viktor - Le obligó a correr los pies y así tomar asiento a su lado - Esto no te hace bien, mira a tu alrededor... Es un desastre. -

- Yo soy un desastre - El albino volvió a cubrirse los ojos con el antebrazo - No tienes idea de lo mucho que lo extraño, no puedo dejar de pensar en él y en lo mucho que lo necesito a mi lado. -

- No puedes depender completamente de ese muchacho. -

- No es dependencia - Apartó ligeramente el brazo para mirarlo - Lo amo como no tienes idea, jamás había sentido esto por alguien, por ninguno de mis modelos... Yuri me trae felicidad, ilumina mi mundo con su sonrisa y me inspira para seguir pintando - Una débil risa escapó de sus labios - Con él veo todo en colores, pero mira a tu alrededor... -

Steady LoveWhere stories live. Discover now