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Sus ojos se abrieron con pereza al oír ruidos fuera de su habitación, específicamente el sonido de pasos que iban de aquí para allá haciendo crujir el viejo piso de madera. Yuri se sentó en la cama, bostezando mientras de forma felina estiraba sus extremidades hasta sentir esa placentera sensación de alivio en los músculos. Se levantó dando torpes pasos hacia la puerta sintiendo sus piernas lánguidas, la abrió  y el exquisito olor del desayuno terminó por despertarlo, restregando sus ojos hasta que el mundo frente a él volvió a tener forma.

– Buenos días abuelo – Saludó entrando a la cocina, acercándose para darle un tierno abrazo por la espalda. Esperó un saludo de vuelta como todas las mañanas, una sonrisa y una caricia en la cabeza, pero el anciano permaneció mudo y quieto en su lugar – ¿Abuelo? –

– Anoche, llegaste tarde – Comenzó a hablar con su voz gruesa que denotaba enojo. Yuri se apartó, retrocediendo algunos pasos y tragó saliva nervioso – ¿Sabes lo preocupado que estaba?. –

– Abuelo... –

– Silencio – Sentenció volteándose para encarar al menor que parecía un pequeño gato acorralado – ¡Confié en que dejarías el pedido y regresarías de inmediato! – Gruñó – Pero pasaba el tiempo y no regresabas – El adulto suspiró e intento calmarse, se pasó una mano por el rostro para volver a fijar su atención en el rubio –

– Abuelo, puedo explicarlo – Se apresuró en un intento de tranquilizar los ánimos del anciano – Venía de regreso luego de dejar el pedido pero me encontré con Viktor...

– Lo sé – Interrumpió Nikolai cruzándose de brazos. –

– ... ¿Lo sabes?, espera, ¿qué? – Los ojos verdes de Yuri se abrieron con sorpresa – ¿Cómo lo sabes? –

– Viktor me llamó y me avisó que te vio solo caminando por la calle, pero cuando le dije que iría a buscarte me interrumpió y dijo que no me preocupara, que él mismo vendría a dejarte – Explicó el hombre de edad ya más calmado, acercándose a su nieto con una firme mirada – Por eso me fui a dormir un poco más tranquilo, aún así me costó conciliar el sueño hasta que te sentí llegar. –

– ¿Viktor te llamó? – Peguntó como si fuese lo único importante de toda la conversación. No podía creer lo que le contaba su abuelo, tanto así que la expresión en su rostro delataba lo sorprendido que se encontraba, hasta el viejo Nikolai se percató del impacto de la noticia – No lo entiendo... –

– No importa si lo entiendes o no, pero no quiero que algo así se vuelva a repetir, ¿oíste? –

– S-sí...– Respondió agachando la cabeza, arrepentido – Lo siento. –

A los ojos del anciano su querido nieto seguía siendo un pequeño niño al cual debía proteger a toda costa debido a todos los acontecimientos del pasado que desmoronaron al menor, pero sabía muy en el fondo que ahora la realidad era otra y que debía dejar de ser tan aprensivo, tenía plena confianza en Yuratchka y sus acciones, pero el miedo de que algo le ocurriera siempre estaba latente.

– Ve a sentarte, el desayuno ya está listo – Acarició la cabeza del menor desordenando con cariño los rubios cabellos – Hay que ir a abrir la tienda. –

Yuri obedeció, tomó asiento y miró la comida servida en la mesa. Todo se veía delicioso, en especial los esponjosos Oladis* al centro de la mesa calientitos y listos para servir con un poco de fruta fresca, pero el apetito se le había esfumado luego de lo que su abuelo le había contado.

Su encuentro con Viktor fue algo fortuito, estaba seguro, de hecho estuvo a punto de pegarle un puñetazo en la cara en un intento de defenderse pensando que se trataba de algún ladrón, aún se sentía terrible por eso. Pero luego de escuchar a su abuelo le entró la duda... ¿Desde un principio Viktor sabía que era él quien caminaba solo en la calle?, ¿fue simple casualidad?, ¿lo había estado siguiendo?, y si así fue... ¿se aseguró de llamar a su abuelo antes para dejarlo tranquilo y así poder caminar juntos?.

Steady LoveWhere stories live. Discover now