Stilinski Twins [Teen Wolf]

38. Demasiado por una noche

38. Demasiado por una noche

Derek entró a la clínica con Scott en brazos. Deaton vació la mesa metálica para colocarlo ahí a mi amigo. El veterinario, después de chequear que Scott no tuviera ninguna grave herida, prosiguió a verificar que el Alfa de la sala estuviera a salvo también. A diferencia de Scott, Derek tenía balas de acónito en el brazo. Deaton se encargó de ellas.

Mientras tanto, yo busqué algunos pañuelos para secar la sangre seca de mi nariz. Por suerte, la hemorragia se había detenido y el dolor casi desapareció. Me senté al otro lado de la sala. Miré cómo el veterinario vendaba las heridas de Derek. Cuando terminó con él, se acercó a mí.

—¿Qué te ocurrió a ti, Sarah? ¿Un cazador? —preguntó tomando algodón húmedo y pasándolo por mi cuello, sobre la leve herida del cuchillo de la madre de Allison.

—Se podría decir que sí —respondí con una risa a modo de suspiro. Eso relajó al jefe de Scott. Terminó de limpiar mi herida y colocó una pequeña gasa en ella—. Gracias —dije cuando se giró, dando por finalizado mi tratamiento.

Él asintió con una suave sonrisa. Indicó que iría afuera a ordenar algunas cosas, que si necesitáramos algo que le llamemos. Me levanté del asiento, aún estando algo mareada. Quería ir hacia Derek y simplemente estar a su lado.

Mi celular sonó a mitad de camino. El nombre de Allison apareció en la pantalla. Fruncí el ceño. Toqué el botón verde sin dudarlo, tal vez necesitaba ayuda — ¿Alli?

—Oh, por Dios, Sarah. Gracias al Cielo que atiendes —se la oía preocupada. Escuché el sonido de su auto de fondo. Sin mencionar que no tenía muy buena señal ahí dentro. Me giré a Derek, intentando trasmitirle a través de mi mirada que iría afuera para poder hablar con claridad. Espero que haya entendido.

—Allison, no uses el celular mientras conduces —comenté mientras salía de la sala y me dirigía al baño, ya que Deaton estaba del otro lado y no quiero molestarle con mi llamada.

—¡No es tiempo para bromas, Sarah! —gritó ella de manera desesperada. Eso me hizo tomarme en serio su llamada—. Cometí un error.

—Dime qué está pasando.

—Es Matt —soltó ella. Podía ver su perfecto rostro al borde del llanto, lo sentía en su voz—. Él... Él no es quien crees que es. Tiene fotos en su cámara... Fotos de ti, pero... No son fotos normales.

—Allison, no estás hablando con coherencia —le interrumpí—. Hazme un favor y detén el auto —ella no respondió por unos segundos, supuse que siguió mi orden. Escuché su suspiro—. Ahora explícate.

—Estaba en la fiesta, buscándote. Encontré a Matt y me pidió si podía llevarle a su casa, que no se sentía muy bien como para manejar —relató ella un poco más tranquila. Asentí aunque no pudiera verme—. Lo llevé a su casa. Él se bajó del auto pero olvidó su mochila... Vi su cámara y sus fotos. Algunas eran cotidianas. El equipo de lacrosse, de otros estudiantes... Pero luego eran extrañas. Habían demasiadas fotos tuyas, en el laboratorio de ciencias, en las gradas de lacrosse, junto con Stiles y Scott, después... En tu casa, hablando por teléfono, con tu hermano... Fotos que dudo que supieras que él estuviera sacando, Sarah.

Fruncí de nuevo el ceño. No creo que Allison esté mintiendo, pero tampoco puedo imaginarme a Matt haciendo ello. Espiándome y sacándome fotos.