Sí. En este momento me encuentro sentada en el sofá, con la cabeza gacha mientras escucho a mis padres regañarme.
Ray me reclama sin dejar de preguntar de quien era el auto que me había traído a casa, creo que ni siquiera se perite respirar entre la bola de palabras que salen de su boca.
-Papá... -Trató de explicarme.
-Y nos tenías con el alma en un hilo –Continúa.
-Papá- interrumpo nuevamente, armándome de valor y esta vez en un tono un poco más elevado.
-Estarás castigada señorita.- camina de un lado al otro sin dejar su dedo índice, se está rosa. Sospecho que es por el rojo de su furia y el azul de la falta de oxigenación.
-Papi.- intento nuevamente.
- y no saldrás hasta que tengas treinta o tal vez cuarenta, con el tiempo ya veremos.- Creo que se está volviendo loco, por suerte mama llega en mi rescate.
-Ray, cariño. Tranquilizante, deberías dejar que nuestra hija termine una frase o no podrá explicarnos porque llegó a casa tan tarde.- Parece que su habitual suave voz logra calmar a mi muy agitado padre. ¡Gracias a dios!
Mi padre pasa las manos por su cabello, respira hondo y finalmente me dirige la mirada, ya no hay tanto enfadó como hasta hace unos minutos, aunque el destello de preocupación que logre distinguir cuando llegué aún está presente. Oh papá.
-Hoy no fue mi mejor día- Comienzo a explicar. -Un alumno nuevo llegó a el colegio, en específico a mi grupo, es algo tímido, además no conoce las instaciones y como nosotros hemos avanzado algo en las clases los profesores me pidieron -exigieron- ser su tutora, mostrarle las instalaciones, hablar con él, ya saben, el primer día los nervios pueden traicionar a cualquiera, existimos algunos a los que se nos hace difícil hacer amigos.
Después de clases nos quedamos a platicar un ratito, no me había dado cuenta de la hora que era, el bús me dejo, así que Christian muy amablemente se ofreció a traerme a casa, y eso es todo, no pasó nada malo papi.Terminó de explicar esperando que mi castigo de por vida sea retirado. Ray a veces suele exagerar un poco. Ahora saben porque soy así. Igual a mi padre.
-Con que un chico- Ambos lo dicen al unísono, sin embargo con diferente tono de voz. Mi madre, Carla, luce emocionada pareciese un arbolito de navidad, por otro lado mi dulce padre está comenzando ponerse nuevamente rojo. Creo que hoy es día de aprender los colores primarios y secundarios con la cara de papa. Sus palabras salieron atropelladas eso gracias a que tenía la mandíbula apretada, si continuaba haciéndolo seguramente se quedaría sin un diente.
De todo lo que explique solo captaron la palabra chico ¿Enserio?
-¿Cuál es su nombre?, ¿Conoces a sus padres? ¿Es guapo? deberías traerlo a cenar algún día cariño.
Muy bien, mamá esta malinterpretado las cosas, ahora entiendo la emoción. En mi época de adolescente hormonal jamás he tenido un novio, vaya ni un casto beso de piquito he dado. No puedo culparla, soy su única hija, pero su actuar a veces me hace pensar que cree que me quedaré solterona toda la vida, rodeada de muchos gatos, tal vez también tendré algunos perros.
Sacudo la cabeza eliminando esos locos pensamientos.-Mamá- mi voz es baja, siento como mi rostro comienza a calentarse debido a la vergüenza. -Ya te lo dije, es nuevo, no se mucho sobre el (Es una mentira a medias, hablamos de muchas cosas hace un rato).
-Bien - responden ambos. La voz de Carla está teñida por un poco de decepción mientras la de Ray de satisfacción.
¿Quién entiende a los padres?.
ESTÁS LEYENDO
Juguemos al amor.
FanfictionLos personajes de esta historia pertencen a E.L James. Prólogo: Último año de secundaria. Un chico nuevo y problemático. Una chica linda y rebelde. Una atracción tan peligrosa como la dinamita. -Y... ¿Qué obtendre a cambio...