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*Flashback*

Sabía que era la despedida, y no estaba preparado para ello. Le  daba la espalda a la puerta para evitar verle llegar y romper a llorar.

Pero es que las estadísticas eran altas; la posibilidad de tener contacto estando en lugares diferentes era muy escasa. Los horarios de trabajo, el tiempo en familia...por eso las relaciones a larga distancia nunca funcionaban. Tarde o temprano, los lazos se rompían por mucho tiempo que éstos llevaran existiendo.

Derek entró en silencio pero Spencer sintió su presencia. Tomó aire y sin tener tiempo para mentalizarse, se giró para encararle.

"Sé que odias las despedidas y los cambios pero no todo es para mal" le dijo apenas puso un pie en la oficina.

No...no todo era para mal...no para Morgan.

-Estoy bien...es sólo que no puedo imaginarme éste  sitio  sin ti.-

Intentó tragar el nudo en su garganta mientras bajaba la mirada al suelo, no podía verlo a los ojos o toda la fuerza que había reunido se evaporaría rápidamente.

El moreno sonrió con tristeza. Para él tampoco era fácil dejar la U.A.C. de Quantico, allí estaba su segunda familia: Hotch, Prentiss, J.J., Rossi, García...Reid.

Dejarlos a ellos también le rompía el corazón.

-Lo siento.- murmuró suspirando.- Pero no puedo quedarme.-

No había palabras para definir aquella sensación, el término de "corazón roto" no le alcanzaba, porque su corazón no era lo único que se había destrozado.

Aún tenía la esperanza /la tonta e ingenua esperanza/ de que Derek cambiara de de opinión; pero sinceramente...¿Por qué lo haría? ¿Por Spencer? Pff, Reid tenía que ser realista. Morgan no sentía lo mismo que el genio sentía por él...

-No quiero que te quedes.- dijo con dificultad después de estar un rato en silencio.

Aquella había sido la mentira más grande que había dicho en toda su vida y sin embargo, Derek, que le conocía tan bien, no se dio cuenta de ello.

-Por que sé la razón por la que te vas y no podría estár más feliz por ti.- finalizó.

Unos meses atrás, Morgan había recibido la noticia de que se abriría otra Unidad de Análisis de Conducta en Chicago. Él no lo había pensado más de dos veces y tras hablar con Hotch, logró conseguir que le trasladaran allá. Así estaría con su familia, cerca de su madre y sus hermanas, cerca de casa.

Spencer sabía lo importante que era aquello para el moreno.

-Estaré a sólo una llamada de distancia.-

Reid sonrió forzadamente, haciendo lo posible para que ese gesto se viera sincero y no demostrar todo lo que sentía en ese momento.

"Si él es feliz...yo también lo seré".

Se repetía una y otra vez mientras le tenía enfrente. Las piernas le temblaban un poco debido a las intensas ganas de llorar que se esforzaba por retener.

Derek se acercó a él, dando unos escasos pasos y tomándole del hombro le atrajo a sí mismo para estrecharle entre sus brazos. El genio le respondió el gesto enseguida, con desesperación.

Llenó de aire sus pulmones cerrando los ojos con fuerza, aferrándose a ese abrazo, grabando en su memoria la cálida sensación de protección, seguridad, cariño y tranquilidad que le transmitía Morgan cada vez que le abrazaba. Quería recordar siempre el aroma de su perfume y la manía que tenía el moreno de enredar sus dedos en el cabello de Reid cada vez que le estrechaba.

Pero después de unos minutos, que para Spencer fueron demasiado cortos, Morgan se separó de él. Le miró a los ojos sonriendo con melancolía y el menor intentó responderle el gesto.

-Tengo que ir a ver a García.- dijo señalando la  puerta.- Supongo que...te veo en un rato, Reid.-

Spence asintió con la cabeza a modo de respuesta; sabía que si hablaba, corría el riesgo de expresar todo lo que pasaba por su cabeza...todo lo que sentía...y él se había jurado no hacerlo, por el bien de Morgan. Derek se encontraba realmente feliz y emocionado por el traslado, lo menos que quería el doctor era arruinarlo todo, provocando que esa hermosa sonrisa desapareciera del rostro del moreno. 

Se quedó allí parado, mientras veía al agente salir de la oficina, alejándose de él.

El genio se rompía más a medida que Morgan se alejaba.

Dio unos cuantos pasos para cerrar la puerta y recargando la espalda en en ella, se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Abrazó sus piernas y escondió la cabeza entre sus brazos.

Allí, en el silencio y la soledad del lugar, dejó que las lágrimas salieran, resbalando por sus mejillas mientras los sollozos le sacudían el cuerpo.

Lloró como nunca antes lo había hecho.

Se sentía tan perdido...¿pero qué podía hacer?

-Quédate.- murmuró cuando quería gritarlo.

Pero aquella súplica rebotó entre las cuatro paredes, como un eco en el silencio hasta que éste llenó por completo el lugar. 

 

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Everything I didn't sayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora