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Ni siquiera se sobresaltó cuando J.J. puso de momento un vaso de café frente a él, provocando un ruido seco. La falta de sueño, comida y el llorar habían hecho que sus sentidos fueran un poco más lentos. Alzó com pesadez la cabeza para posar sus ojos en los de ella.

Jennifer le miraba compasiva pero del mismo modo severamente. Como si fuera su madre y estuviera molesta por la actitud de su hijo.

-Gracias.- murmuró el chico.

Sabía que su aspecto era malo. Tenía las ojeras realmente pronunciadas y el cabello desordenado, no precisamente por falta de aseo (porque si tenía que despegarse del hospital, era sólo para ducharse y cambiarse de ropa. No más) si no por la infinidad de veces que pasaba sus manos por el, intentado calmarse.

La rubia tomó asiento frente a él. La cafetería era uno de los lugares más concurridos del hospital, muchas personas bebían su café en silencio o dormían apoyados en la mesa con la cabeza escondida entre los brazos. Cada uno mataba el tiempo a su manera.

-Ya vas a decirme?.-

Spencer, que se había quedado mirando el vaso fijamente, posó los ojos enrojecidos en los de su mejor amiga. Ninguna expresión cruzó su rostro a pesar de que aquél comentario le había dejado confundido.

-De qué hablas?.- preguntó parpadeando por el ardor que sentía en los ojos al tenerlos abiertos por mucho rato.

-Spencer.- J.J. guardó silencio durante un momento, en el que tomó aire y lo soltó en un suspiro.- No tienes que seguir ocultandolo. Somos tus amigos...creímos que confiabas en nosotros.- se encogió de hombros.- Que confiaban en nosotros.- corrigió.

El chico frunció el ceño mientras sentía como el estómago se le encogía del miedo. Los nervios no tardaron en apoderarse de él, despertando un poco sus sentidos. Se le erizó la piel como a quien le cae un balde de agua fría.

Enderezó un poco la espalda tomando el vaso entre sus manos sin decir ni una palabra. Lo llevó a sus labios intentando parecer tranquilo y reprimió un quejido cuando tragó el café. La lengua le ardió y sintió como el líquido hirviendo bajó por su garganta hasta llegar a su estómago.

Sacudió la cabeza para intentar alejar aquella sensación.

Se vio obligado a dejar el vaso en la mesa otra vez, para llevar las manos a su cara y tallar sus ojos, los cuales le picaban como si tuviera arena.

-Reid.-

La rubia había fruncido el ceño y le miraba de una manera que inspiraba un poco de temor. Nunca la había visto así de enojada.

-Perdón. Me perdí en lo que estabas diciendo.- mintió el chico.

-No puedes hacer eso.- rió sin tener ganas de hacerlo.- Tienes memoria eidetica, Spencer. Sabes perfectamente que fue lo que dije.-

El genio no pudo sostenerle más la mirada y observó la mesa. Su cuerpo comenzó a temblar por los escalofríos que recorrían su piel.

Se encogió en su lugar, sintiéndose vulnerable, como si de un interrogatorio se tratase. Porque ella lo sabía. Sabía de su secreto.

Y por lo que había dicho, lo demás también tenían conocimiento.

-Desde cuándo...?.- murmuró.

Everything I didn't sayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora