20

720 91 9
                                    

La sensación de alguien enredando los dedos en su cabello y acariciandoselo, le hizo salir del mundo de los sueños poco a poco. Los ruidos del lugar fueron filtrándose en su cabeza lentamente, mientras terminaba de espabilarse. Las caricias cesaron momentáneamente mientras él se incorporaba y se pasaba las manos por el rostro respirando profundamente.

No sabía cuanto tiempo había dormido pero se sentía igual de cansado que antes. Abrió los ojos y miró la habitación de paredes blancas y luces brillantes.

-Hola, niño bonito.-

Su corazón se detuvo por unos escasos segundos, al escuchar aquella voz. Sus ojos se posaron en los de Derek, el cuál le miraba con una sonrisa ladeada, y los ojos cristalinos.

Inconscientemente retuvo aire, que luego expulsó en un jadeo de sorpresa. No daba crédito a lo que veía, temía que todo fuera sólo un sueño, como ya le había pasado anteriores veces.

Pero el moreno, aún tomando la mano del genio, le dio un nuevo apretón que mantuvo durante un rato.

El aroma del alcohol combinado con medicamentos inundaba la habitación (así como también al hospital), por lo que una nueva descarga eléctrica recorrió el cuerpo de Spencer.

Definitivamente no era un sueño.

Su cuerpo se sacudió momentáneamente por la cantidad de emociones que le inundaron en tan poco tiempo, pero la que más prevaleció fue la felicidad.

Una enorme sonrisa adornó su rostro al mismo tiempo que la visión se le borraba.

-Por Dios.- murmuró con un hilo de voz.

Morgan sonrió mirándole de vuelta, y una lágrima traicionera bajó por la mejilla del moreno. Ambos estaban tan felices.

Spencer se levantó del sillón, inclinándose sobre la camilla, dispuesto a besar a Derek como nunca antes lo había hecho; pero se detuvo antes de que pudiera si quiera rozar su nariz con la de él.

La puerta se abrió abruptamente y en un acto reflejo, a una velocidad sorprendente, Spencer se echó hacia atrás, provocando que casi tropezara con el sofá.

Su corazón latía rápidamente de la impresión. Las hermanas de Morgan estuvieron a pocos segundos de encontrarlos a ambos en una situación "comprometedora".

Sarah y Desireé entraron al borde del llanto, acercándose con rapidez a la camilla. Derek miró a Reid por un segundo antes de verse rodeado por sus dos hermanas.

Detrás de ellas entró un médico, ligeramente molesto por lo que acababa de pasar.

-Lamento ésto, Doctor Reid.- dijo mirando a Spencer.- Pero no pude detenerlas, cuando les dije que había despertado...-

Spencer se limitó a sonreír. Estaba tan felíz que le importaba muy poco lo que había pasado o pudiera suceder.

-Descuide.- se acercó a él.- Lo comprendo.-

Le dirigió una última mirada al moreno antes de salir de la habitación. No quería hacerlo, pero sabía que sus hermanas tenían el mismo derecho de estar con él.

Spencer se dirigió con sus compañeros de unidad, los cuales se acercaron a él para darle un abrazo grupal mientras todos sonreían llenos de alivio.

Dave le tomó de los hombros y besó sus mejillas mientras sonreía sin dejar de agradecer al cielo.

García, quien notoriamente se esforzaba por retener las lágrimas, se acercó al genio en silencio. Reid le miró tomando aire y sin que ninguno cruzara palabra alguna, la rubia acortó la distancia y rodeó a Spencer con los brazos fuertemente.

El chico sonrió por ello devolviéndole el gesto mientras Penélope comenzaba a sollozar.

-Eres un tonto, Spencer Reid.- dijo entre lágrimas.- Un completo tonto.-

Spencer no se atrevió a contradecirla, no porque estuviera en lo correcto, si no porque comprendía la razón por la cuál lo decía.





-----

Lamento de todo corazón, de verdad, tardar casi un mes en actualizar la historia!. Estoy pasando por momentos en los que la imaginación no recurre a mí, ni aunque le pida de rodillas. Espero que el capítulo sea de su agrado; tuve que exprimir mi cerebro como a un trapo para poder escribirlo 😅.

Everything I didn't sayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora