Capitulo 3

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Capítulo 3

-Pasajeros y pasajeras, les anunciamos que estamos a punto de aterrizar.

Mis párpados suben lentamente y pestañeo. Veo a la azafata de antes. ¿Ya estamos en Londres? He dormido realmente bien. Miro por la ventanilla y contemplo una ciudad llena de edificios y con una zona llana y verde. ¿Así es Londres? He visto muchas fotos pero no pensé que fuera así de hermosa y... formal.

El avión desciende lentamente, tocando tierra en la pista de aterrizaje.

-Por favor, ya pueden salir del avión -la mujer vuelve a hablar.

Todos nos desabrochamos los cinturones y vamos saliendo ordenadamente por la puerta. Un airecito veraniego choca suavemente contra mejillas. En España hace muchísimo más calor.

Camino a paso rápido donde se recogen las maletas y yo busco la mía con la mirada. Mientras otras pasan por la cinta negra, localizo a la mía y la bajo al suelo cuando se acerca. Dios, pesa mucho más que hace unas horas. Enciendo el móvil después de salir del aeropuerto y compruebo la hora, las ocho y diez. Tenía previsto que llegaría mucho más antes, pero no es tan tarde.

Me saco un papel del bolsillo y observo la dirección que tengo apuntada. A las ocho y media en la puerta de una casa que no tengo ni idea de donde está.

"Está cerca del aeropuerto", las palabras de mi padre resuenan en mi cabeza. Madre mía, estoy en Londres, donde siempre quise estar. Aquí, en Inglaterra, donde mis escritores más preciados como William Shakespeare, Charles Dickens o Virgina Woolf nacieron. Una ciudad llena de cultura y encanto.

Quiero saltar como una española alocada en una calle donde están caminando tantos londinenses, pero me mirarían con rareza. Me siento como si hubiera llegado aquí para convertirme en una persona nueva, con otra oportunidad.

Es casi de noche, pero yo intento contemplar cada rincón de esta maravillosa ciudad aunque no se vea bien. Si es así de noche, ¿cómo de bonita será de día? Mi adrenalina sube y no hace más que subir a cada paso que doy.

Sé perfectamente que estoy desorientada, sin saber por dónde estoy caminando. ¿Debería preguntar? Oh, dios... ¿Mantener una corta conversación con un inglés? ¡Sería demasiado para mí! No es que nunca me haya relacionado con un nativo, en secundaria venían siempre auxiliares de conversación para la asignatura de inglés, ¡pero no es lo mismo hablar aquí, en Londres!

¿Si pregunto descubrirán que soy de otro país? ¿Tendré buena pronunciación para ellos? "Mira que eres estúpida, tienes una maleta cuatro veces más grande que tú y esperas que no se dén cuenta", me reprocha mi subconsciente. Mi ilusión se desvanece pero no del todo.

Con vergüenza y timidez, me acerco a una mujer de unos treinta y tantos años, rubia y de ojos azules. No puedo ser tan tonta, ¿y quiero dedicarme a la traducción? Pues a este paso me echan. Además, siempre me han dicho que hablo muy bien el inglés. ¡Vamos Sara, lo dominas a la perfección!

-Perdone, ¿podría ayudarme a encontrar esta calle, por favor? -le pregunto más convencida.

Ella me sonríe dejando ver unos perfectos y blancos dientes. Se acerca y mira con determinación la nota. Tuerce la boca, pensativa y mira hacia delante.

-Sí, es todo recto por allí hasta ver una pastelería rosa, luego giras a la izquierda, sigues recto y a la derecha por una calle ancha. Luego te encontrarás con un parque enorme, sigue también recto y a la izquierda. Verás el cartel de la calle en cuanto gires la esquina -me explica.

A prueba de fuego [H.S]              (LA ESTOY EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora