Capitulo 11

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Capítulo 11

Harry

    —Gracias, lo he pasado tan bien... —Kate sonríe, creo que ese era su nombre.
    —Sí, yo también... —miento.
    La verdad es que me lo he pasado de pena. No ha habido un solo momento en que no me haya sentido mal. Estoy preocupado, espero que esté en su casa ahora mismo.
    —Bueno, gracias por traerme de vuelta —Se acerca a mí.
    Mierda, ella se limita a besarme cuando yo la empujo suavemente hacia atrás. Me mira confusa y con las mejillas sonrojadas.
    —Lo siento, yo... —pienso en algo que decir.
    —Está bien... Es tarde, hasta luego —se despide molesta para luego salir del coche.
    Me quedo unos instantes pensativo. Probablemente sea el tío más capullo del jodido universo. No entiendo qué me pasa.
    Arranco el motor y conduzco algo distraído, pero no lo suficiente como para no prestar atención a la carretera. De repente mi móvil empieza a vibrar.
    Ruedo los ojos y lo cojo.
    —¿Qué es lo que quieres ahora, Liam? —contesto irritado.
    —¿Dónde coño está Sara? —suena alterado.
    —¿Qué? —entreabro los labios.
    —No está por ninguna parte, ¿está contigo? No contesta al teléfono.
    Siento como si me hubiesen dado una fuerte patada en el estómago.
    —¡Harry! ¿Dónde está? ¡Se fue contigo!
    —Yo... No está conmigo —Trago saliva.

Sara


Horas, habían pasado horas desde que me perdí en este oscuro lugar. No sé cómo volver, no sé adónde estoy yendo, pero sobre todo, no sé cómo he podido ser tan estúpida de perderme de esta manera. He debido de meterme en un campo lleno de cosechas, aunque no veo por ninguna parte alguna granja. Tampoco veo la ciudad, tan sólo voy caminando a la vez que los tallos de trigo o lo que quiera que sea me rozan los tobillos. Sería el momento perfecto para rodar una película de terror, donde yo me abriría paso entre este laberinto de maíz y de repente sería asesinada por un diabólico espantapájaros. ¡Lo que me faltaba por pensar!

    El viento se hizo presente en cuanto noté el levante de las hojas. Oh, dios mío... ¿Qué hora podía  ser? Seguramente más de medianoche.

    Entonces vi que la fila de cultivo finalizaba a pocos pasos de mí. El alivio tomó mi cuerpo en cuanto logré pisar un campo llano. Veía la ciudad a mi izquierda, pero no había carretera, ni siquiera un sencillo camino por el que guiarme para llegar hasta ella.

    Aún así, me convencí de que conseguiría salir de aquella zona costase lo que costase. Mirando cada milímetro de la hierba que pisaba, por precaución, corrí todo recto hacia donde se veían los primeros edificios, cuando de pronto paré en seco a punto de caerme por una inclinación del terreno. Abajo había un río. ¡Maldita sea, si tenía oportunidad de salir del campo, ahora no existía!

    Esto estaba siendo increíblemente exagerado. No podía darle uso al móvil, no conocía este lugar y estaba totalmente perdida, sin saber la hora. Cuando creí que no había solución, una luz a lo lejos llegó a mis ojos. ¿Qué sería aquello? Parecía fuego, tal vez. Indecisa, caminé lentamente hasta la claridad. A medida que me acercaba, más cosas podía ver. En efecto estaba atrapada en un campo, el río separaba a la ciudad de él.

    Al llegar a la zona estiré los ojos, asustada. Un metal oxidado ardía en el centro, calentando a dos indigentes. Vestían con prendas viejas, sucias, rotas... El que estaba despierto tardó en darse cuenta de que yo estaba allí, mientras que el otro, que estaba en peores condiciones, no hacía más que dormir con un saco arrugado bajo la cabeza.

    -Buenas... noches -logré decir, tratando de no parecer asustada.

    El vagabundo me sonrió con unos dientes maltratados.

    -Vaya, no esperaba encontrarme a una jovencita en medio de este sitio, y a mitad de la noche -dijo.

    -Verá, me he perdido -Me mojo los labios con la lengua-. ¿Podría decirme cómo puedo salir de aquí?

    -Para irte tienes que rodear todo eso y luego encontrar un pequeño camino que ni verás por la falta de luz.

   Me acerqué un poco más hasta el fuego, no podía negar que tenía frío.

    -Llevo horas perdida, no tengo batería en el móvil y no sé dónde estoy -le expliqué con nerviosismo.

    -¡Bob, despierta! -exclamó.

    Dí un paso atrás cuando su amigo abrió los ojos y me miró sorprendido.

    -Tenemos compañía y tú ahí durmiendo -río-, ¿qué modales son esos?

    El tal Bob me sonrió. Sentí náuseas cuando noté su repugnante mirada paseándose por todo mi cuerpo. Ahora empezaba a tener miedo, ¿serían unos degenerados?

    -Vamos, siéntate con nosotros -me dice.

    -No, gracias... Tengo que irme, deben de estar buscándome por todas partes -Traté de parecer calmada.

    No quería otra cosa que irme de allí.

    -¡Qué tonterías! ¡Si acabas de llegar! -se burló el primero.

    -Yo... Hasta luego -Hice el intento de mostrar una sonrisa.

    Me dí la vuelta y empecé a andar con prisa.

    -Tú no te vas a ninguna parte -dijeron en mi oído.

    Lancé un grito de horror cuando me agarró del brazo violentamente. 

    -¡No! -chillé atemorizada.

    Sin saber cómo, me aparté rápidamente de ellos y empecé a correr. Debía de salir de allí como fuera, no podía dejar que me atrapasen.

    -¡Vuelve aquí, lo pasaremos muy bien! -oí a lo lejos.

    ¡Dios mío, querían violarme! ¡Jamás había experimentado tanto miedo junto! 

    Tropecé con mis propios pies de lo nerviosa que me encontraba. Miré hacia atrás y los gritos se me mezclaron con el llanto. 

    -¡Vamos, será rápido! -Rio a pocos pasos de mí.

    Quería levantarme lo antes posible, correr. Pero mis piernas no respondían. No sabía hacer otra cosa que gatear por la hierba. Unas manos ásperas agarraron mis tobillos y yo grité aún más fuerte, aferrándome al suelo.

    -¡No, socorro! -grité aún sabiendo que nadie acudiría a ayudarme.

    Su compañero todavía corría a lo lejos. El hombre me cogió una de mis muñecas y con todo el valor y la fuerza, clavé mi rodilla en su entrepierna, jadeando. Éste se encogió de dolor y yo pude levantarme para echar a correr.

    -¡Pequeña zorra! -oí a mis espaldas, atropelladamente.

    No veía nada, sólo corría alejándome de aquellos depravados. Entonces el leve sonido del agua llegó de nuevo a mis oídos. Traté de frenar mis pies, pero paré justamente donde había una piedra que me hizo tropezar y salir rodando por el barranco. Chillé mientras las piedras salientes me hacían daño en la piel.

    Algo tan puntiaguado y afilado como un cristal rasgó parte de mi pierna, a lo que luego le siguió uno de los laterales de mi cuerpo rasgando toda mi camiseta y algo más. Y ahí me quedé, totalmente desvalida, retorciéndome de dolor.

    No escuchaba a los hombres que andaban buscándome. Estaba totalmente inmovilizada. Arqueé la espalda sintiendo una punzada enorme y mi mano se aferró a la tierra de alrededor. Así permanecí unos minutos, hasta que mi cuerpo empezó a resbalar.

    -¡Aaah! -grité cuando caí al río, sin poderme mover.

 Harry


-Santo cielo, todo por mi culpa -me lamento tirando de mis rizos.

    ¿Cómo puede estar pasando esto? Las tres de la mañana, todos hemos estado buscándola y no ha habido ni rastro. Llevo horas dando vueltas por donde vi que se marchaba. No la encuentro.

    -¡Joder! -pateo una papelera.

    Esté donde esté, solo espero que se encuentre bien.

A prueba de fuego [H.S]              (LA ESTOY EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora