Mis ojos se abrieron lentamente. Seguía teniendo sueño pero no podía dormir más, miré en mi reloj la hora, las nueve de la mañana. Me giré y ví a Gemma durmiendo de lado, la observé, se parecía mucho a Harry en sus labios, sus ojos, su nariz. Eran casi iguales.
Pensé en Harry, seguramente estaría dormido. Sería divertido despertarlo echándole en la cabeza agua helada. Imbécil... me quedé un rato en la cama, esperando a que Gemma despertara, pero no... es igual que el hermano, los dos con el sueño profundo. Pensé en Claire y me tuve que tapar la boca para no reírme a carcajadas.
Gemma: buenos días - Saludó Gemma, yo le sonreí.
Yo: creía que no ibas a despertarte.
Ella se desperezó bostezando. Cogió su móvil, tecleó y volvió a guardarlo.
Yo: ¿y esa sonrisita Gem? - Pregunté vistiéndome.
Gemma: hoy viene mi madre, quiere ver a Harry y de paso conocerte - Mi cara se cayó al suelo.
Yo: ¡¿QUÉ?! - Exclamé sorprendida.
Gemma: lo que oyes - Rió .- No te preocupes Sara, mi madre es una mujer agradable y estoy segura de que le caerás muy bien.
Yo: ese no es el problema Gemma, Harry y yo estamos enfadados - Ella arrugó la nariz.
Gemma: por favor chica, no me digas que seguís con esa tontería, ¡pero si ni siquiera has visto a Harry hoy!.
Yo: ¿y qué?.
Gemma: pues que seguramente se le habrá pasado, no seas tonta - Dijo.
Terminé de calzarme las botitas azules y doblé el pijama de Gemma.
Gemma: mi hermano no sabe que mi madre viene hoy - Yo abrí la boca .- Lo sé, venimos cuando nos dá la gana.
Yo: supongo que Harry seguirá enfadado por la tontería de ayer - Suspiré.
Gemma: no creo, además, yo hubiera hecho lo mismo con la insolente esa, ¡valiente imbécil!.
Yo bajé sola mientras Gemma se vestía e iba al baño a asearse. Pasé por la habitación de Harry y acaricié la oscura madera de la puerta. Voy a entrar. No, ¡no!, soy idiota, no pienso entrar. Bajo las escaleras sin deleite, entro en la cocina y abro la puerta tansparente de cristal que hay en la habitación. Es una puerta que conduce a un blanco porche con un amplio jardín, con una enorme hierba verde, no hay que abrir ni la puerta para contemplar el hermoso patio a través de los cristales, pero yo me empeño en abrirla para recibir la brisa mañanera. En el porche hay una mesita que hace juego con el verde jardín. Pienso en que a Gemma le gustará desayunar allí conmigo, o si no, desayunaré yo sola, me encanta el aire libre.
Saco un plato redondo donde pongo el pan tostado, le unto mantequilla y finalmente, extiendo una capa encima de mermelada de fresa, mi favorita. Alguien me tapa los ojos, y cuando voy a decir "¡Harry!", me contengo. No creo que anoche estuviera furioso, enfadado, amargado, matándome con la mirada y ahora me tape los ojos dulcemente. Pienso... pienso... las manos son suaves y no tan grandes como las de Harry. Son manos de mujer, ¿Gemma?, es un poco absurdo por parte de ella que hace unos minutos estuvieramos hablando y venga y haga ésto.
Yo: eh... ¿Gemma? - La chica retira las manos y yo me sorprendo .- ¡Dana!.
Ella me abraza, estrujándome y yo río.
Dana: me ofende que no supieras quién era - Yo sonreí y la volví a abrazar.
Yo: lo siento, es que hace mucho que no sentía el roze de tus manos en mi piel, y ya te había olvidado - Ella rodó los ojos y miró mi desayuno.