Capítulo 2

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Después de haber intentado bajarse de la camioneta y descubrir que era imposible, se puso de espaldas a una de las puertas y se preparaba para patear la ventanilla cuando unos fuertes brazos la tomaron de la cintura y la retuvieron contra un cuerpo duro, sintió su aliento en el oído y por un segundo se quedó quieta.

- Quieta. – Le dijo como si le hablara a un caballo y no a una mujer.

- No me toque. – Siseó ella.

- ¿Por qué no? – Estando detrás de ella ciñó aún más sus manos a su cintura para después subirlas con lentitud y dejarlas a milímetros de sus pechos.

- Si sigue por ese camino es hombre muerto – Con voz que esperaba sonara a hielo puro Gabriela se obligó a no estremecerse. Esas manos eran grandes y cálidas, provocaban no querer sacárselas de encima.

- Eres una prisionera. Tu posición aquí es de mi prisionera, no estás en condiciones de amenazar ¿Sabías? – Ella no podía verlo por que lo tenía a sus espaldas gracias a como se había puesto para patear la ventanilla. – Tu única posición será debajo de mí – Le susurró al oído de nuevo para añadir con voz sensual y risueña al ver como ella se tensaba – Aunque posiciones hay demasiadas y estoy seguro que disfrutaré con todas ellas y tú también lo harás.

Con velocidad ella se retiró de sus manos y como él no se lo esperaba no pudo retenerla, se puso enfrente a él y con ojos centelleantes le dijo:

- Primero muerta ¿Me oye? Me pone una mano encima de nuevo y juro que lucharé con todo.

- No lo dudo. Pero no es necesaria tanta violencia. – Sonrió lentamente y se quitó el turbante dejando todo su rostro al descubierto. – Es algo que disfrutarás enormemente.

Gabriela no le respondió, estaba absorta contemplándolo ¿Así que no sólo sus ojos eran bellos? Estos eran del color del ámbar y estaban enmarcados por bellas pestañas, su rostro parecía cincelado por un experto que se había esmerado hasta lograr la perfección. Bello pero de facciones fuertes, mentón firme, boca tentadora y espeso pelo negro que se le rizaba levemente en la nuca, lucía una barba si bien no espesa, recortada de tal manera que seguro lograba más adeptas femeninas. Agradeció llevar aún el rostro cubierto era algo que la protegía del intenso sol y se había sujetado con firmeza lo que le cubría el rostro de tal manera que no había sido despojada de nada de su vestimenta en la breve lucha sostenida pocos minutos antes y ahora sólo se podían ver sus resplandecientes ojos azules, agradecía el ir así porque si no, él hubiera visto que literalmente se había quedado con la boca abierta al verlo. Al darse cuenta de ello la cerró no sin fastidio, pero permaneció sin articular palabra, se sintió sumamente tonta y exasperada.

- Lléveme a la embajada de mi País – Dijo por fin.

- Aún no. – Fue todo lo que le dijo y la camioneta empezó a moverse.

Atravesaron el desierto durante aproximadamente dos horas en esa camioneta enorme que tenía incluso una división de tal manera que el chofer no veía a los ocupantes, pero poco le importó porque ella en todo ese tiempo no le dirigió palabra alguna, desesperada y enfadada ¿Realmente iba ir a para a un harén? Por fin en la distancia alcanzó a ver un campamento, gente iba y venía vestida tradicionalmente y algunos llevando los colores que ya había observado con anterioridad azul oscuro y plata.

- ¿Dónde estamos? – Preguntó por fin.

- En mi harén del desierto – Le dijo tranquilamente y ella lo volteó a ver con ojos enormes que denotaban horror.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora