Capítulo 9

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Bueno, a quienes me han pedido un poco más... es lo que pude hacer el día de hoy y ahora sí, hasta la otra semana. Feliz fin de semanita.


La cena transcurría en aparente armonía y éxito. Era consciente de que León buscaba su mirada, sin embargo, ella tenía la excusa perfecta para ignorarlo y es que gran parte de la velada se la pasó charlando con el rey y con las personas más cercanas a ella. La mayoría como bien le habían dicho eran diplomáticos, personal extranjero y algunos pocos residentes. Se había percatado que era un enorme gesto por parte de su suegro. Amal era la viva imagen de la perfección, charlaba con soltura y aparentaba un leve interés familiar con León. Ella jamás mostraría todas sus garras pensaba Gabriela. Nunca daría de que hablar y menos teniendo cerca al rey.

- Princesa, debería contarnos como se conocieron usted y Su Alteza. –le dijo el hombre a su lado sacándola de sus cavilaciones, por lo que le había dicho era el embajador australiano. Tendría unos cincuenta años y era sumamente afable.

- ¿Fue en algunas vacaciones o en la universidad? –preguntó curiosa la esposa del hombre.

- Podríamos decir que en unas vacaciones. –le dijo sonriendo con esfuerzo.

- La salvé de una banda de forajidos. –dijo León logrando atraer la atención de casi todos. Ella por fin le dirigió la mirada intentando por todos los medios posibles que no luciera irritada. Al ver el brillo de satisfacción en sus ojos supo porque lo había hecho, simplemente el hombre quería su atención. Quiso lanzarle un plato a la cabeza, pero no quedaría demasiado bien al menos no esa noche. La mesa era larga y enorme, no en vano eran muchos los comensales, pero a pesar de que esa no era su mejor noche, se había dado cuenta que el salón tenia una acústica inmejorable y estaban en la ubicación ideal como para que se pudieran escuchar todos y lo cierto, es que el rey podía ser oído por toda la mesa. Admiró la arquitectura del lugar, pero ahora no lo hacia tanto, ya que todos habían oído la declaración de su esposo, su traicionero marido.

- ¿Perdón? –dijo el embajador.

- ¡Qué emocionante! –exclamó otra mujer que vagamente recordó era esposa de un diplomático suizo.

- Yo estaba de vacaciones. –dijo Gabriela.- mi transporte se descompuso y...

- Decidiste arriesgarte a vagar por el desierto. –interrumpió Amal. Había sido una frase llena de descortesía. No había usado ni su título o hablado con el respeto debido. Gabriela simplemente la miró y alzó una ceja en aparente sorpresa. Amal era lista, pero parecía que cuando se trataba de León no lo era siempre. La aparente calma era por lo que pudo constatar Gabriela, simplemente fachada, esa mujer estaba hirviendo a fuego lento. Amal sabia como había sido hallada, eso no le sorprendía. No pensaría demasiado en ello. Pero, si sabía eso ¿Qué más podría ella saber? Eso si podría representar un peligro.

- Harás el favor de referirte a mi esposa con el respeto que se merece Amal ¿crees poder hacerlo? Si no...

- Por supuesto. –exclamó abochornada.- lo siento, Princesa. Es que te veo como de la familia y bueno...

- ¿Me dejarás terminar mi versión de lo sucedido? –dijo Gabriela con tranquilidad, sin aceptar abiertamente su disculpa, ella no merecía treguas. El rey observaba atento la escena sin entrometerse. Sabía que León era capaz de ver por su esposa e intuía que la nueva princesa no era una chica fácil de intimidar.

- Mi transporte se averió. –continuó Gabriela esbozando una sonrisa resplandeciente, lo que hizo que el ambiente empezará a normalizarse. – Vi Durban a lo lejos, me dijeron que no eran más de dos kilómetros. La tarde estaba empezando a dar paso a la noche. He caminado por distintos lugares antes, la selva, la nieve e ingenuamente consideré que llegaría sin contratiempos. Pero, no tomé en cuenta lo difícil que es caminar cansada y sobre la arena. Y bueno, avancé y avancé. Hubiera podido llegar.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora