Capítulo 7

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Habían llegado a Durban.

La puerta fue abierta por una eficiente asistente de vuelo. Ella le sonrió aparentando normalidad, a través de la ventanilla había visto una hilera de autos negros, gente con el atuendo tradicional y soldados, en resumen mucha gente y los nervios surgieron con fuerza. Se levantó con lentitud al ver a León hacerlo y escucharle un "vamos". En segundos él ya charlaba frente a la puerta con uno de los pilotos, lo hacia como si se tratara de alguien que conocía de hace tiempo.

- Mi cabello.- dijo Gabriela de pronto. –Debo cubrirme ¿no? – dijo llegando a su lado y saludando con un leve gesto al piloto, el cual les hizo una reverencia y se retiró a la cabina.

- Claro. Alina... -otra azafata apareció con un bello velo en tonos crema. Ella lo tomó en sus manos y lo observó, representaba su nueva vida, una en la que se tenía que cubrir la cabeza, ir detrás de su esposo y aprender una cultura que no le era lo suficientemente conocida y diametralmente opuesta a la suya, lejos de casa, lejos de su familia y amigos. Suspiró con fuerza apretando la prenda en sus manos.

- Es solo porque es un acto oficial. –explicó León interpretando al menos uno de sus sentimientos. – No será tu prisión Gabriela. –dijo en su idioma natal, en italiano y ella sintió un molesto nudo en la garganta, al parecer interpretaba más de lo que creía. Solían hablar en inglés porque sabia que era cómodo para ambos, él entendía y hablaba a la perfección ese idioma, no sabia que dominaba el italiano –Será lo que tú quieras que sea...

- ¿Desde cuando hablas italiano? –dijo ella con la voz apretada.

- Que importa.

Ella elevó la vista y topó sus ojos de un suave tono café. Volvió a suspirar, ese hombre era una caja de sorpresas. Le quitó el velo de las manos y con cuidado él mismo se lo puso. Se tomó su tiempo componiendo su cabello y ajustándole la prenda. Creyó oír suspiros de las azafatas y esbozó una leve sonrisa.

- Bellísima. –dijo. - ¿Vamos? – preguntó extendiendo su mano hacia ella y Gabriela le hizo un gesto de extrañeza.

- ¿De la mano? ¿Qué eso aquí no es una ofensa o algo parecido?

- Ya te lo he dicho, no soy el heredero y nuestro pueblo está cambiando, intentando normalizarse, nuestros súbditos lo saben, saben que necesitamos renovarnos y entrar al nuevo siglo o quedaremos olvidados aquí. Tú puedes ayudar mucho a eso. Satisfecha tu duda... ¿vamos?

- Vamos. –aceptó su mano.

Bajaron tomados de la mano. El sol estaba en su máximo esplendor, pudo ver flashes apuntándoles y cegándola por lo que se llevó una mano a los ojos. León al verlo, le dio sus gafas que llevaba en un bolsillo de su saco, ella se las puso agradeciéndole con una sonrisa. Todos los presentes hicieron una reverencia y se quedaron en esa posición hasta que ambos llegaron a tierra firme y él dijo algo en árabe. Una niña corrió hacia ella con unas flores y en su apuro cayó quedando de rodillas, no se movió apenada sin soltar lo que llevaba, Gabriela de inmediato fue y levantó a la pequeña, a la que de paso le limpió las rodillas con su mano.

- Hola. –le dijo en una de las pocas palabras que sabia en árabe y con gestos le preguntó si las flores eran para ella, cuando sonriente asintió se las dio y las tomó. –Gracias. León le agradeció de igual forma y la llevó a una fila de gente aparentemente importante, dio la mano, sonrió y obvió la enorme curiosidad en todos los rostros. Minutos después que le parecieron horas, iban rumbo a lo que seria su nueva casa.

- ¿Sentiste mucho calor?-preguntó él.

- No demasiado.- de los nervios, no había sentido nada, sólo había querido que esa bienvenida acabara. -¿Quién era la pequeña?

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora