Capítulo 14

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Gabriela parpadeó con rapidez al sentir como sus ojos de pronto empezaban a humedecerse. Sonaba tan real y sincero.

- Puedo mentir por omisión como dices, pero no en esto. No acerca de ti. –le dijo él pasándose las manos por el cabello, realmente lucía cansado.

- Está bien. –dijo ella después de aclararse discretamente la garganta. Un pequeño nudo se había instalado en ella.

- ¿Y eso significa...?

- Puedes dormir en la cama de esta habitación.

- Nuestra habitación.

- Dormir, literalmente... solo dormir.

- Ya entendí, estoy tan cansado que no representará problema alguno.

- Eso espero.

Recordó de inmediato las noches en las que él llegaba tardísimo, a veces en la madrugada, nunca sabia a ciencia cierta donde había estado, él no le decía y ella no preguntaba. Ahora entendía que arreglaba asuntos relativos a su posición. Solía lucir agotado, pero las energías le volvían con todo en cuanto se metía en la cama con ella, quien al final quedaba agotada era Gabriela.

- Espera.

- ¿Te quito el vestido?

- Estaba recordando cuando a veces llegabas exhausto a nuestra tienda en el desierto y...

- Y aun así te hacia el amor. –le dijo mirándola aparentemente tranquilo y neutro. Pero sus ojos le delataban, ella los conocía demasiado bien. Lo conocía a él. Brillaban con el recuerdo de esa pasión.

- Sí. –dijo sin dejar de observarlo.

- Crees que actuaré igual.

- ¿Lo harás?

- Bueno, eso depende de ti. Esas veces me recibías gustosa. La situación es distinta ahora ¿no?

- Lo es. –afirmó ella.

- Solo dormiremos. –suspiró aparentemente cansado. -déjame quitarte ese vestido. Al menos, debo tener ese honor.

- Por favor. –se acercó y le dio la espalda. Ella también aparentaría tranquilidad.

- Cuantos botones...

- Demasiados, sin contar todos esos lazos.

Gabriela se obligó a no dar un respingo al sentir el toque de sus manos. Parecía el toque de una pluma, pero su cuerpo reaccionó con presteza, parecía recordar con precisión lo que esas manos provocaban, causaban, lograban. Apretó su labio inferior con los dientes en un esfuerzo por permanecer tranquila. León avanzaba con demasiada lentitud.

- ¿Tantos son?

- ¿Perdón? – preguntó él abstraído.

- ¿Por qué tardas tanto?

- Ah sí, son demasiados ¿sigo o usamos las tijeras?

- No, no. Sigue. –lo que parecía ser una primera capa de ropa al fin cayó al suelo. –Esto va por capas. –dijo sorprendida. No se había dado cuenta cuando se lo puso.

- Los vestidos de novia suelen ser así.

- ¿Pero por qué?

- Para darle más emoción al asunto.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora