- Amo tu vestido. –dijo Gabriela a Yara que era así como se llamaba la esposa del embajador. El traje tradicional era de suave color menta con plata y destacaba la tez morena de la chica, resaltaba sobre todo sus hermosos ojos marrones.
- Oh, ¿en serio? –dijo viéndose en el espejo con una sonrisa.
- Tienes que decirme donde los hacen, quiero uno. –interrumpió Nadia en ese momento entrando y charlando alegremente. Gabriela presentó a las dos y se entretuvieron unos momentos. Yara se retiró poco después puesto que su esposo tenía que subir ya a su habitación para informar a su respectivo soberano. – Tu primo está cerca de ti, ¿lo has visto?
- Sí, espero pronto hablar con él. -dijo emocionada. Quedo de verse con Nadia el día siguiente para desayunar. Retocó sus labios y pensó que bien habría podido hacer una llamada desde el baño a Jazmín preguntando sobre el protocolo a seguir. Salió del baño y caminó a través de copias de esculturas renacentistas famosas, que estratégicamente ocultaban la entrada a los aseos. Una figura salió entre una de ellas y ella se paró asustada.
- Soy yo. –dijo su primo en ruso y ella feliz le abrazó olvidándose de protocolo alguno. –Oye, que pueden vernos.
- Estoy tan feliz de verte. –le dijo en el mismo idioma. –Cada vez más guapo. –le dijo haciendo espacio entre ellos y mirándole como si fuera una hermana mayor.
- Lo sé. –contestó ufano. –Has crecido Gabito. –le llamó por el diminutivo cariñoso que solía emplear con ella. –No parece que tiene dos años que no nos vemos, parecen diez. – seguían casi pegados, él agarrándola por los codos y ella con las manos sobre los brazos de él.
- ¿Irás a Italia? –preguntó ella.
- ¿Tú no? –respondió casi sorprendido de que ella no contemplara esa posibilidad.- Tienes ya un tiempo sin ver a tu familia.
- Es difícil. –le dijo bajando un poco la mirada, para luego levantarla con una gran sonrisa para que él no sospechara nada raro. –Esto de ser princesa es más complicado de lo que pensé, de haberlo sabido... -bromeó. -¿Irás entonces?
- Sí, claro. Quiero ver a la familia.
- Diles, diles que les echo de menos y que pronto iré. Es solo, que apenas estoy aprendiendo y son tantas cosas, ni siquiera sabia como lograr hablar contigo sin crear incidente alguno. –pensar en su familia le hizo cambiar al idioma que más había hablado en la vida, el italiano.
- Me pasó lo mismo, pero lo estás haciendo fenomenal. –Víctor le habló de igual forma en italiano. -No oigo más que alabanzas para la princesa de Durban, ¿en serio no vas? Si él está tan ocupado... vente conmigo. Tengo el jet listo en cualquier momento. Sé que te mueres por hacerlo.
Otra sombra se abrió paso entre las esculturas, ellos automáticamente se retiraron. Ella no necesitó más que unos segundos para saber de quien se trataba. Lo miró y pese a la débil iluminación pudo ver que la furia hervía a fuego lento en él. Arrugó el rostro confundida ¿por qué él...? Claro, estaba prácticamente en los brazos de un hombre que León no conocía. Sin pensar, se apresuró a ponerse entre él y Víctor.
- ¿Podrías decirme que hacías en brazos de otro hombre? –ella se obligó a no echarse atrás, estuvo a punto de hacerlo al sentir la ira emanando de León, pero no había hecho nada malo así que permaneció firme.
- No sabes quien es él.
- Lo sabré muy pronto. –la tomó por la muñeca y ella esperó que lo hiciera con brusquedad, lo hizo con suavidad y eso irónicamente la alarmó más. –Aunque, al final, en realidad, no tendrá mucho caso saber quien es.
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Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)
RomanceGabriela está en un lío enorme. Un arrogante Príncipe Árabe asegura que están casados, ella jamás supo que era Principe, jamás supo de tal ceremonia, solo recuerda el dolor de haber tenido que dejarle. Pero no contaba con que él no lo deja nadie, él...