Capítulo 23

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La situación se iba tornando peor por momentos. El atentado contra el rey había despertado sospechas hacia medio mundo, pero había levantado más que nada las voces de aquellos que desde hacia años protestaban por el nombramiento del heredero. Omar era alguien que casi todos detestaban, que denigraba el lugar que le había sido otorgado por simple cuestión de fechas. Varias tribus nómadas que de hecho podían tener poder también, parecían dispuestas a apelar al mismo y pedir la revocación de la orden real. Era algo más común de lo que parecía. La noticia de la casi muerte del monarca había disparado sospechas, dudas y sobre todo temor general por cambiar de un magnifico rey a uno mediocre.

Los ojos iban hacia León, a quien el pueblo en general adoraba. Era el que había sacado al país del estancamiento financiero, el que estaba trayendo modernidad, el que era intermediario entre tribus, y que representaba al país con una diplomacia exquisita. Y su ahora esposa estaba ganando partidarios dentro y fuera de Durban sin mover un dedo. Fátima y su altanería, su lamentable situación al no tener un varón, la ponían débil frente a una Gabriela sonriente y cercana, que se había adaptado mejor de lo que nadie pensó a su posición y que había traído muchas sonrisas al rostro del rey y por supuesto de su esposo. Si ella lograba tener un varón, todo iría como la seda para que Omar fuera desheredado y León pasara a ser el futuro rey. No ayudaba en nada que su hermano y cuñada no se hubieran presentado aun en Durban pese a la terrible noticia del atentado contra su padre.

León sabía eso y más y no estaba de acuerdo, quería que se respetara la línea de sucesión a toda costa. Su propio padre estaría de acuerdo y cedería de inmediato, alegaría que no podría oponerse a las tribus y se lavaría las manos. Su Alteza Real Rey de Durban estaría aliviado de dejar las cargas del país y su consiguiente reinado en León. Pero si eso pasaba, sería una cadena más de las que ya tenía Gabriela, y esta sería una demasiado grande, pesada y gruesa, ella se marchitaría, lo odiaría aun más y él no quería eso. Amaba a su padre, amaba a su país, quería que se hiciera lo correcto para todos, pero no iba a sacrificar al amor de su vida en aras de la felicidad de los demás, ya había sido demasiado egoísta y lo cierto es que tampoco abandonaría a Durban. Se pegaría a Omar como lapa mientras pudiera y ahora que aun no gobernaba, León se movía con sigilo pero con rapidez para que el consejo real tuviera poder, para que se hicieran nuevas leyes y así Omar no tuviera poder absoluto. Sus propios títulos reales le conferían un poder casi igualitario, eso no lo sabía su hermano todavía. Pocas cosas les diferenciarían, una de ellas sería simplemente el título principal: Omar un Rey y él un príncipe, solo que sin la corona. No iba a dejar a Durban en el olvido, pero Gabriela sería lo primero. Por eso, esa madrugada cuando salía de la cama de su bella esposa que reposaba con absoluta tranquilidad había salido más decidido que nunca a arreglar las cosas. Había volado con Amir a través del desierto para reunirse con todas las tribus que pudiera. Gabriela se había despertado en una cama sin él y se había sentido rara. Después de leer un mensaje de él explicando su ausencia se sintió aun más intranquila. Visitaré tribus en la frontera, regresaré por la tarde. Había escrito de forma algo escueta dejándola intranquila. Intuía que todo tenía que ver con lo que le había pasado a su suegro.

- Su cita con el médico es en una hora Princesa. –informó Jazmín y Salma las miró alarmada.

- ¿Se siente mal mi señora?

- No. –dijo ella extrañada mientras tomaba un té. Acababa de venir del ver al rey, quien aun dormía. -¿Quién pidió esa...? –ya, seguro había sido León. Sonrió contrariada. –ayer estaba muy cansada, mi esposo debe haber supuesto que estaba enferma. –su estomago aun seguía muy tenso, pero ya no había vomitado. Iría al servicio médico, no veía razón para no hacerlo.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora