Capítulo 12

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Amal había cumplido por supuesto y a ella no le había extrañado, sabía que la quería lejos y cuanto antes mejor. Le había llevado un día después de su pedido por ayuda la ropa que vestían las mujeres de la servidumbre, le había indicado que se cubriera en su totalidad y que no alzara la mirada nunca.

- Las mujeres que sirven aquí jamás alzan la mirada. Y tú menos que nadie, esos ojos tan escandalosos te delatarían. –dijo con desprecio.

- ¿Qué más? –había preguntado ella sin sentirse mínimamente ofendida.

- La tarde de hoy varias irán a la ciudad, deben comprar algunas cosas, saldrás con ellas. Pasarás la guardia y si todo va como siempre, no detendrán a ninguna. En la zona de los autos, todas irán hacia una camioneta, rezágate y busca el jeep negro que será el único que habrá allí. Ya está equipado con todo lo que necesites. –la mirada de triunfo no se le pasó desapercibida y enseguida desconfió. Había algo más allí, que no podía identificar. – tiene las llaves puestas. Casi todos los autos las tienen, pero usa ese. Enfila hacia la derecha y toma el camino de grava, hay un poco de maleza pero sigue. Hasta que veas un portón algo antiguo, estará abierto. Saldrás por allí, no hay guardias.

- ¿Qué has puesto en el?

- Comida, agua. Tiene GPS. Ve a la frontera y allí por fin podrás largarte.

- Bien ¿no esperarás que te de las gracias verdad?

- No, las gracias te las doy yo. –aventó la vestimenta a sus pies y salió riendo.

Tenia pocas horas para marcharse, pidió abundante comida y comió muy bien, no sabia lo que le esperaba. Seguía teniendo dudas de Amal, la oportunidad de salir de ellas llegó con Abdul poco después de comer.

- ¿Tiene todo lo que necesita?-había dicho el gigantón.

- ¿Cuándo vuelve León?

- No lo sé señora.

- ¿Señora? No soy una mujer casada Abdul. –le había respondido y para su diversión lo vio sonrojarse, esa vez había pensado que era por su error, pero ahora sabia que era porque había participado en el engaño.

- Lo siento... señorita.

- No importa. ¿Por qué hay tantos vehículos en el estacionamiento?- se aventuró a preguntar fingiendo curiosidad inocente.

- Por que mucha gente los usa señorita.

- Y ¿Por qué hay tantos guardias?

- El dueño de... aquí, así lo desea.

- ¿Hay en todos lados?

- Casi en todos. En pocos días no habrá sitio en donde no haya, se va a modernizar el lugar. Por ahora, solo usted habita esta zona.

- Ya veo. –tenia que salir ese mismo día, se empezó a poner nerviosa. Me aburro Abdul, ¿puedo ir hacia otro lugar que no sean los jardines que hay frente a esta habitación?

- No veo a donde podría ir, el sol puede hacerle mal.

- No soy una frágil mariposa. –resopló ella.

- Al señor no le haría gracia si eso pasa.

- Él no está aquí ¿no?

- No, pero...

- Oh vamos, acompáñame tú si tanto problema hay con eso.

- Está bien.

Ella fue hacia el estacionamiento por supuesto. No quería delatarse, pero tenia que ver el lugar antes de intentar huir, tenía que ver hasta donde podía confiar en Amal. Porque si bien la quería lejos, algo le decía que la prefería muerta.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora