Capítulo 24

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Gabriela miraba divertida la pantalla y se echó a reír cuando vio y escuchó a su esposo gruñir.

- No es divertido Gabriela. –le dijo molesto.

- No tengo la culpa que hayas hablado a esta hora. –le dijo mientras se recostaba en las almohadas de su inmensa y sola cama esperando que la videollamada no se cortara, mantuvo el teléfono enfocado lo mejor que pudo en su rostro. Hacia unos segundos él le reclamaba el porqué ella aun no accedía a irse con él al desierto, su estancia iba a prologarse y aunque no le había detalles del por qué si que le había ordenado que lo acompañara. Ella ya se había negado en dos ocasiones, llevaban cuatro días separados y no es que Gabriela estuviera bien con eso, tenía una razón poderosa para no irse.

- No pensé que ya estuvieras por irte a dormir. Y menos con ese atuendo...

- Me gusta este atuendo. –le provocó ella con una sonrisa. Hacia unos momentos habían estado a punto de entrar en una discusión por la reticencia de ella a reunirse con él, así que intencionalmente había movido el teléfono alegando acomodarse mejor y le había dado una vista espectacular de su cuerpo enfundado en unas diminutas braguitas de encaje rosa a juego con una camisola del mismo color que no cubría casi nada. Él había gruñido más molesto aun y era cuando ella se había echado a reír. –en tres días estaré contigo.

- Iba a darte un esplendido regalo al volver, ahora me lo pensaré.

- ¿La yegua blanca? Oh, es hermosa. He montando en ella casi todos los días desde que te fuiste. –lo vio mover su hermosa cabeza hacia el cielo como pidiendo paciencia. Ella estuvo a punto de decirle que se volvía loca sin él y que lo amaba.

- No se puede confiar en nadie. Se suponía que era una sorpresa.

- Y me encantó. Te recompensaré debidamente cuando nos veamos.

- ¿Eso cuando será? –preguntó aun enojado.

- Tres días. –contestó con una radiante sonrisa.

- ¿tres...? ¡maldita sea Gabriela! Mi padre está muy bien ya. Atendido y custodiado, no creo que solo sea por él que aun no accedes a venir.

- No, bueno... en parte. Pero te lo diré al llegar.

- Si no estás aquí en tres días, mandaré por ti y no me importa si tiene que ser a la fuerza, te tendré en mi tienda lo más rápido que puedas imaginarte.

- Tu amenaza debería molestarme... -dijo ella mordiéndose la lengua para no decirle que él había sonado sumamente sexy y la tenía ya derritiéndose. –Pero, no lo hará. Me tendrás allí en tres noches.

- Más vale así sea. Tengo que irme. –espetó.

- Oye, no te vayas así. –le dijo ella dulcemente. Lo oyó suspirar fuertemente.

- Tengo que irme queridísima esposa ¿harías el favor de reunirte conmigo en tres días? –dijo con voz apretada y ella se mordió el labio para no soltar una carcajada.

- Por supuesto cariño. Te extraño...

- No parece. –gruñó de nuevo.

- Pero lo hago.

- No tanto como yo, al parecer.

- Juro que te lo compensaré.

- Vivo por ese día. –le dijo más calmado. –no te llamaré ni contactaré. A ver si así agilizas tu venida. Me voy... realmente te extraño. –dijo y cortó la llamada.

Inolvidable Pasión (Saga Amores Inolvidables 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora