Esta es la historia de Park Jimin, un "estudiante modelo" de ultimo año que está aburrido de su vida, pero que en cuanto conoce a la extraña estudiante de intercambio, la cual ama las armas y oculta un oscuro pasado, descubre los peligros de las cal...
— ¡Estoy harto! — Exclamó el mayor levantando ambos brazos hacia el cielo.
— Deja de gritar Yoongi — Habló Jimin mientras rodaba los ojos.
— O qué... ¿Despertaré a los vecinos? — Levantó una ceja — ¡Estamos en una puta isla desierta!
— Ya basta... entendí el punto.
— ¿No te molesta esto? — Abrió sus brazos y le mostró todo el lugar.
— Eh~... En realidad no... Es bonito, y tú estás aquí.
— Las mierdas románticas ahora no Park — Apoyó sus manos en sus caderas — Siento que esta isla me desespera.
— ¿Quieres marcharte tan pronto?
— Llevamos dos meses Park... ¡Dos jodidos meses aislados!
— Pensé que te gustaría estar aquí.
— Me gusta, como para vacacionar o venir por una corta temporada, no para vivir el resto de mi vida aquí.
— ¿Y qué sugieres?
— Larguémonos... volvamos a Seúl.
— ¿Estás seguro? — Se acercó hasta el pelinegro y lo tomó por la cintura meciéndolo de un lado a otro.
— Más que seguro... volvamos con los chicos, a nuestra vida normal.
— Nuestra vida nunca fue normal.
— ¿No quieres tener una casa con dos hijos y un perro? — Preguntó con un puchero en los labios.
— La casa si... animales no, ni si quiera puedes cuidarte a ti mismo, menos a un perro — Yoongi rodó los ojos — No quiero ni pensar qué harías con un niño.
— Podrías cuidarlo tú — Batió sus pestañas.
— Olvídalo... tomaré la empresa de mi padre y no tendré tiempo.
— Aish... ¿Te estás haciendo el difícil?
— Sabes que no es eso... estoy usando la lógica.
— ¿Crees que soy un chico fácil? — Frunció el ceño.
— Jamás pensaría eso de ti — Se acercó y besó el entre cejo de Yoongi.
— Más te vale... y ahora has tus maletas Park, nos volvemos a Seúl.
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— Te tengo una sorpresa — Se escuchó una pequeña risa al otro lado del teléfono.
— Dime que no incendiaste nada — Jimin mordió su labio inferior.
— Claro que no... sabes que ya no cocino, al menos no desde que estoy trabajando.
— Si... exactamente desde hace dos años, no se cómo sobrevives durante la semana a base de ramen.
— ¿Y qué esperabas? — Bufó — En la estación de policía con suerte tenemos tiempo.
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