Desengaño

493 47 77
                                    

Seré sincero, perdí la noción del tiempo, en verdad, hace mucho que ya no le he hablado a Flippy, y aparentemente no parece extrañarme.
Ya no somos niños, lo único que es que ya no soy el pequeño de ocho años que se vió reflejado en un espejo de baño. Hemos cumplido dieciséis años. Me atrevo a decir que los años volaron, supongo que cuando estás obligado a vivir prisionero de la mente de alguien el tiempo te importa un comino.
He visto la vida de Flippy como un simple espectador sin voz; aquella niña pelirroja dejó de ser una niña, pero también dejó de juntarse con Flippy. Ninguno de los dos entendía por qué; los primeros días él me preguntaba a todas horas el por qué creía que nos había abandonado, pero por puro orgullo no le respondí. , acepto que la primera vez que a Flaky se veía indefensa y eso nos atrajo a Flippy y a , pero recuerden que era yo quien veía todo lo que pasaba como si se tratase de una película, y yo analizaba todo lo que veía, y noté un enorme cambio de actitud en esa pelirroja: de un día para otro, así repentinamente empezó a evitarnos, y cuando Flippy insistía en acompañarla ella reaccionaba de manera agresiva y nos decía toda clase de cosas, se volvió hostil. Gradualmente su amabilidad desapareció junto con mi interés por ella, pero no el de Flippy.
Él insistía pero a decir verdad, para eso ya lucía patético.

¿A qué sabe la vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora