Lujos

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—Yo, ehm, no se si interrumpió algo pero... Aquí te traigo unas toallas.

¿Para qué queremos toallas?

—¿Toallas? ¿para que?

—Es que... Te lo diré así, pero no te enfades.

—Dilo.

—Apestas.

No hace falta que nos lo diga alguien más.

En el buen sentido, no lo tomes a mal, es decir, me refiero a que, estás sucio y, creí que te gustaría tomar un baño.

—Un... ¿Baño? ¿con todo y regaderas?

—Claro que sí, ¿de qué otra forma sería?

A decir verdad, la idea del baño con regaderas sonaba reconfortante; desde que entramos a la guerra no nos damos ese lujo, desde hace, prácticamente, poco mas de cuatro años. Los baños en el campamento no eran mas que cubetadas de agua frío al aire libre, y era sólo una vez al mes, así que podía contar con los dedos las veces que hemos tomado un baño durante este tiempo. Parece que Flippy a olvidado el asunto de la matanza, por el momento.

El baño está por aquí.

—...— Flippy se levantaba de la silla con dificultad.

Déjame ayudarte ¿si?

—No. Yo puedo solo.

—¿Estás seguro de eso?

¿Acaso eres sordo?

Sí, seguro.— luego en un murmullo, me respondió— él lo era, y eso no lo detuvo.

Qué torpe puedo ser a veces. "¿Acaso eres sordo?"
¿En serio? ¿cómo se me ocurrió decir algo como eso?

Flippy seguía con lentitud al llamado Sniffles hasta dar con una puerta morado claro. En anfitrión la abrió y nos dejó ver un retrete de lo mas limpio y una tina con las mismas características. Sentí cómo una sonrisa cálida se dibujó en el rostro de Flippy.

¿A qué sabe la vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora