Prueba

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Después de mil eternidades amaneció, el sol salió por el oriente y el día se hizo claro.
Hacía frío.
Flippy y yo nos encaminamos a la casa de Sniffles; las calles aún estaban desérticas, pero ya había ruido.

¡Sniffles! ¡Sniffles! ¡Sniffles!

¡Sniffles! ¡maldito cuatro ojos! ¡abre la puerta!— tamborileaba la puerta como si mi vida dependiera de ello.

¡Sniffles! ¡abre! ¡es urgente!

—¿Qué quieren? waaaafh ustedes ya no dejan tener vida a nadie.— Sniffles abrió la puerta finalmente.

Sniffles, te necesitamos, ¡es urgente!

—¿No puede ser a medio día?

¡¿Qué parte de "es urgente" no entiendes?!

Ya ya, tranquilos; pasen, vamos.

Sniffles hizo un ademán para que nosotros entráramos.
Nos sentamos en el mismo sillón de siempre, en la sala de estar, junto al comedor.
Flippy se sentó a mi lado tomándome de la mano. Sniffles Estaña al frente, en el otro sillón.

—¿Y bien? ¿qué es lo que ocurre?

—Dices que con la fórmula que creaste las personas pueden regenerarse, incluso revivir al día siguiente si se les es aplicada ¿no?

—Sí, exactamente eso hace.

—¿Le inyectaste a Fliqpy de esa fórmula?

—Por supuesto que sí, como cualquier otro habitante de Happy Tree.

Pues parece que conmigo no funciona, genio.— me incliné sobre mis rodillas— no surte efecto.

¿A... A-a qué te refieres con que no surte efecto?

Pues a eso, a que no surte efecto.

Eso es imposible. Yo... Yo mismo hice miles de pruebas en toda clase de seres vivos y en todos hace efecto, ¿por qué en ti no habría de hacerlo?

¿No nos crees?— comencé a desabrocharme la chaqueta— velo por ti mismo— me la quité y luego la camisa negra; dejé a su vista los vendajes que Flippy había hecho en mi herida.

¿A qué sabe la vida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora