Capítulo 40

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A pesar de lo que había pasado, nuestra relación prácticamente no se había visto afectada.

Seguíamos con las mismas bromas y las mismas tonterías de siempre, pero con algunos cambios.

Nos gustaba ir tomados de la mano, me transmitía tanta seguridad... al principio me negué, pero acabé por cansarme de protestar cada vez que Ace lo hacía, pero la verdad es que me encantaba. Podía notar sus manos cálidas, y si había silencio, incluso podía escuchar el sonido de su corazón. Además, al estar tan cerca, mi ropa quedaba impregnada con su olor.

No éramos una pareja cariñosa y mucho menos, empalagosa. No nos decíamos cursilerías a cada rato, no éramos ni unos poetas ni unos románticos. Es más, las palabras sobraban entre nosotros, una mirada o una sonrisa valía más que todas las palabras que nos podríamos llegar nunca a decir.

No era necesario decirnos que nos queríamos, lo notábamos a cada abrazo y a cada beso.

Por la noche, sobretodo durante las más frías, dormíamos juntos, dejaba que él me abrazara, así dándome su calor y su protección.

Nos quedaba poco tiempo juntos, ¿pero quién podría saber eso? Nos dedicábamos a vivir cada instante. Ninguno de los dos lo iba a olvidar, no olvidaría lo que pasó esa noche, esa noche que fuimos uno.

Me desperté toda sudada, acababa de tener otra pesadilla. Llevaba unos días muy inquieta, y todo por culpa de haberme peleado con Marco.

Desde que había llegado a la aldea no había dejado de comunicarme con Marco, constantemente nos íbamos enviando cartas. Pero algo se me escapaba, y cuando me di cuenta, ya era demasiado tarde.

Marco se había dejado llevar por el odio, quería venganza, destruir a Teach. Quería librar una última batalla.

Yo no estaba de acuerdo, pero le pedí que, como mínimo se esperara a después del parto, para poderlos ayudar. Pero rechazó mi ayuda, me dijo que yo misma había abandonado la tripulación, y que no necesitaban mi ayuda.

Le respondí la carta, pero no volví a recibir otra. Marco había roto su promesa, me había prometido que iba a responder todas mis cartas, pero no lo hizo.

Los días siguientes los pasaba mirando a la Vibre Card de Marco, estaba inquieta, y finalmente paso. Un día vi como el papel empezaba a consumirse, a hacerse pequeño, pero por suerte, nunca llegó a desaparecer.

Al día siguiente, el diario iba cargado con información de esa batalla que nombraron como "Batalla de la Venganza". Información que confirmaba mis temores. Los Piratas de Shirohige habían sido derrotados y la tripulación se había disuelto definitivamente.

Intenté volver a comunicarme con Marco, pero él nunca respondió mis cartas.

Y después de una cosa, viene la otra. Exacto, el parto.

¿Os habéis planteado que es lo que más dolor físico os ha causado en la vida? Yo nunca lo hice hasta aquel momento. Me habían herido innumerables veces, algunas otras había estado al borde de la muerte, pero nunca nada me había causado tanto dolor.

Empecé con las contracciones. Cuando finalmente alguien llegó para ayudarme empezaron los problemas. Para que salga el bebé hay que hacer un corte en la parte íntima de la mujer, para hacer el agujero más grande y así hacer el parto más fácil. Y eso fue básicamente el problema. Una vez el corte estuvo hecho (cosa que por cierto, duele), las llamas del fénix se encargaron de curarlo. Es decir no podían cortarme durante el tiempo suficiente para dar luz.

Por suerte, o quizás no tanta, encontramos una solución. Makino nos llevó unas esposas de kairoseki que no se de donde había sacado.

Me esposaron para así suprimir mi poder regenerativo y me volvieron a cortar.

Ahora, ese corte iba a durar, pero había otro problema: el kairoseki me debilitaba. Así que no podía hacer la fuerza suficiente para que saliera el bebé... lo sé, muy surrealista...

Muchos debéis pensar que la única posibilidad era cortar directamente me barriga, pero no, era demasiado tarde para hacerlo.

Finalmente las chicas que me estaban ayudando empezaron a sentarse encima de mi barriga para que la criatura saliera. ¿Dónde narices estaba Law ahora que lo necesitaba?

Eso dolía, mucho, pero finalmente valió la pena... cuando pude escuchar ese llanto, todo dejó de dolerme, y una gran felicidad empezó a inundarme.

Me sacaron las esposas y pude agarrar a mí bebé. Esa criatura era poco más grande que mis manos, tenía la cabeza un poco alargada y sin pelos. Tenía los mismos ojos ámbar que yo y que papa y esas preciosas pecas en sus mejillas, no había duda que su padre era Ace. Era una nina preciosa.

Hay muchos que creen que los bebés son algo feos. Es verdad que con el tiempo acaban siendo mucho más lindos, pero a mí me encantaban en todo momento.

Yo soy la cuarta hermana (One Piece)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora