5.
—Alexandra ya despertó —era un lunes por la mañana y cualquiera que viera los ojeras iguales que compartían Camila Gerard y Tomás Herrera sospecharía que algo raro habían hecho juntos la noche anterior, a pesar de que su cansancio no podía deberse a motivos más diferentes.
Camila había recibido la llamada de Alexandra esa misma mañana, cuando se preparaba para desayunar. Se había quedado estudiando hasta tarde la noche anterior, por lo que su cerebro había tardado unos segundos en comprender lo que la señora Martin le estaba diciendo.
La sonrisa que se formó en su rostro a escuchar las buenas nuevas había sido la primera que había logrado esbozar en semanas. La primera desde la muerte de Bianca.
Ella y Tomás no solían hablar demasiado. Al menos no el último tiempo. Durante todo el segundo semestre del año anterior habían compartido asiento en Álgebra y Ciencias, pero Tomás había cambiado abruptamente de actitud luego de las vacaciones de verano. Había vuelto a frecuentar su antiguo grupo de amigos, unos cuantos idiotas que se creían mejores que los demás solo por los autos que conducían o las fiestas a las que iban. Ni siquiera hablaba con Lucas y ella directamente parecía haberse vuelto invisible ante sus ojos.
Pero, al pasar junto a su casillero esa mañana y verlo allí sacando unos cuantos libros, no dudó en acercarse para darle la noticia que tan feliz la traía. Después de todo, Tomás y Alex habían sido muy buenos amigos también.
—Iré esta tarde al hospital, por si quieres acompañarme —prosiguió Camila al no verse interrumpida—. La madre de Alex dijo que no tenía permitido recibir muchas visitas, pero harán una excepción por nosotros. La señora Martin cree que le hará bien ver...
—Camila —la cortó Tomás bruscamente, viéndose ligeramente irritado—, agradezco que me hayas avisado, pero no puedo ir hoy. Trataré de llegarme uno de estos días —agregó al ver la mirada cargada de reprobación que la muchacha le dirigía por la forma descortés en la que la había interrumpido.
Su intención no había sido ser grosero, pero estaba casado, de mal humor y ya llegaba tarde a clases. Otra vez. Y lo que menos necesitaba en ese momento era otro llamado de atención que hiciera a sus padres poner el grito en el cielo.
Sin despedirse, Tomás se alejó rumbo a su clase de Francés, dejando a Cami sola en el pasillo, aún con el ceño fruncido marcado en su rostro.
La muchacha intentó no tomarse muy a pecho el desplante de Tomás y se dirigió también a su propia clase, aunque dudaba que fuera capaz de prestar algo de atención a sus profesores esa mañana.
La señora Martin había dicho que Alex estaba bien y eso no podía más que tranquilizar a Camila. Las semanas luego del accidente habían sido una tortura para ella. Saber que nunca más tendría la posibilidad de hablar con Bianca, reír acerca de sus ocurrencias o siquiera verla habían estado a punto de volverla loca. Un dolor constante se había instalado en su pecho desde entonces y dudaba que este alguna vez fuera a menguar o desaparecer. Perder también a Alex hubiera sido simplemente insoportable. Tan insoportable que sabía que nunca sería capaz de resistirlo. Alex y Bi habían sido sus mejores amigas, sus hermanas, desde que tenía memoria. Y los días que pasaba lejos de ambas no podían ser comparados con otra cosa que una lenta agonía.
Cami suspiró mientras su profesor explicaba algo de la Segunda Guerra Mundial, ajeno a sus pensamientos. No podía esperar para poder ver a Alex y a Lucas de nuevo.
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Las alas de un ángel
FantasyBianca ha muerto en un trágico accidente, pero no está gozando de las bendiciones del paraíso precisamente. Un muchacho que aparenta su edad y se hace llamar Gabriel, le dice que ha sido elegida para formar parte de los selectos ángeles guardianes...