23.

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—¿Ese es Lucas? —los dedos de Marisa se clavaron en el brazo de su prima, tratando de llamar su atención, como si sus palabras por si solas ya no lo hubieran hecho.

Alexandra giró la cabeza tan bruscamente que estaba segura de que si la música no hubiera estado tan alta hubiera oído un “track”, justo a tiempo para ver una cabellera rubia demasiado familiar para su gusto desapareciendo entre la multitud.

—No, no puede ser —dijo en voz alta, más tratando de convencerse a sí misma que responder la pregunta de su prima—. ¿Qué haría aquí de todos modos? Está enyesado —continuó frunciendo el ceño, hablando más para si misma pero mirando a su prima como si ella tuviera la respuesta.

La menor se encogió de hombros, indiferente al nerviosismo que Alexandra había dejado traslucir al escuchar el nombre de su amigo.

—Tienes razón. Debía ser un chico muy parecido a él —lo dejó estar la muchacha, antes de clavar sus ojos azules en la barra—. Voy por un trago, ¿vienes?

Pero Alexandra seguía mirando en dirección de dónde el chico rubio había desaparecido. Había algo en el fondo de su mente que la inquietaba. Tal vez sería mejor asegurarse que efectivamente no era Lucas. Sí, seguramente eso la dejaría más tranquila.

—¿Lex? —llamó Marisa, preocupada por la expresión perdida de su prima.

—Ve —contestó Alex saliendo de su ensoñación—. Quiero tomar un poco de aire. Te veré aquí en, ¿media hora?

—Vamos por la bebida y luego te acompaño, Lexi —a Marisa le inquietó ligeramente la idea de que se separaran. La última vez que había perdido a Alexandra había hallado a la muchacha al borde de las lágrimas y considerando a su prima como si fuera su hermana, eso no le había gustado nada.

A veces era una irresponsable, pero se preocupaba por Alexandra más de lo que dejaba traslucir.

—Solo necesito un momento a solas —insistió Alexandra—. Estaré bien. Solo no te despegues de tu celular. Ni desaparezcas con un chico sin avisar —la tranquilizó su prima, haciendo un amago de sonrisa.

—De acuerdo —aceptó Marisa, no demasiado convencida—. Media hora. ¡Y si que puedes desaparecer con un chico sin avisar! —agregó con tono de broma y un gritito entusiasmado antes de separarse de ella.

Alexandra negó con la cabeza, ligeramente divertida ante el entusiasmo infantil de su prima.

Luego tomó un suspiró antes de dirigirse en dirección del supuesto Lucas, rogando para que Marisa no estuviera en lo correcto y solo fuera un chico extremadamente familiar a su antiguo amigo.

...

No había recorrido una distancia muy larga, sorteando vasos de alcohol tirados en el suelo, parejas besuqueándose en el medio de la pista y unos cuantos bailarines torpes que casi le habían hecho perder el equilibrio más de una vez, cuando alguien le agarró bruscamente del brazo.

Alex giró la cabeza en dirección de su atacante, lista para gritar con todo lo que daban sus pulmones por ayuda, cuando unos rizos rubios y unos ojos sorprendidos que se le hacían muy familiares la miraron acompañados de una sonrisa, pero un gesto de sorpresa que dejaba traslucir a través de sus ojos.

—¿Alexandra? —preguntó el muchacho, soltando su agarre—. ¿Qué haces aquí?

—¿Julián? —respondió Alexandra, abriendo los ojos con sorpresa al reconocer al primo de Lucas. No lo veía desde el último cumpleaños de su amigo, pero el parecido entre ellos lo hacía inolvidable—. ¿Qué haces tú aquí? —replicó ella en su lugar, tratando de desviar la atención del muchacho.

—Yo pregunté primero —contestó  Julián con su sonrisa socarrona que solía marcar la diferencia entre su personalidad bromista y la apacible de su primo. Julián era a Lucas lo que Marisa era a ella. Parecidos por fuera, para nada iguales por dentro.

Alexandra abrió la boca, dispuesta a inventarse una excusa convincente que hiciera que Julián no mencionara su presencia allí a su primo, cuando una tercera voz los interrumpió.

—Te dije que no te alejaras de nosotros, idiota.

Al parecer ninguna excusa le serviría a Alexandra cuando una sorprendida Camila clavó sus ojos oscuros en ella. Alexandra se preguntó que mal había hecho al mundo para que el karma se comportara como una perra con ella, justo antes de girarse para enfrentar a Camila.

—¿Alexandra? —exclamó su amiga, abriendo los ojos con sorpresa, sin creer lo que estaba viendo.

—¿Lex? —y como si Alex necesitara que alguien más se uniera a la fiesta, Lucas Fuentes apareció exigiendo la misma respuesta que su primo—. ¿Qué haces aquí?

—¿Qué hacen ustedes aquí? —retrucó Alexandra a la pregunta del muchacho, como minutos antes había hecho con su primo, forzando una sonrisa irónica a la espera de una respuesta convincente por parte de sus amigos.

Oh sí, al parecer los tres tenían mucho que explicarse mutuamente. Y la noche recién empezaba.

Las alas de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora