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Bianca no se encontraba mejor que sus amigas. Las lágrimas no habían parado de deslizarse por sus mejillas desde que habían llegado frente a sus superiores y el ser incapaz de ayudarla, de contenerla, desesperaba a Gabriel más que cualquier otra cosa en ese momento.

Ya le había fallado una vez a Bianca y esa noche volvía a fallarle. Así como ella sentía que le había fallado a su amigo. Oh, sí, él tenía demasiada experiencia en esa clase de situaciones, lamentablemente.

—¿Cómo es la situación de Tomás Herrera? —preguntó finalmente Gabriel, dirigiéndose a los otros tres ángeles frente a ellos, dos hombres y una mujer con esa apariencia atemporal que identificaba a los seres celestiales, como si pudieran tener diez y mil años a la vez.

—Tomás Herrera ha llegado a su encrucijada —dijo el ángel de apariencia femenina con voz solemne—. No estaba previsto para hoy, pero debido a las circunstancias...

—Un ángel debe encargarse de esto, Gabriel —siguió Rafael, el mismo ángel que lo había guiado a través de su propia iniciación, aunque nadie lo hubiera dicho teniendo en cuenta que lucía incluso más joven que él mismo.

Gabriel lo sabía. Una encrucijada no era algo que tomarse a la ligera. Eran pocos los humanos que recibían tal oportunidad y era el deber del ángel a cargo de aconsejarle lo mejor posible. Porque una vez que elegías en la encrucijada, no había vuelta atrás.

Era por esa misma razón que él creía que Bianca sería la mejor opción para la tarea, aun sin sus alas. Y así lo expresó ante sus compañeros.

—No, Gabriel —interrumpió firmemente el ángel femenino—. Es demasiado arriesgado. Ella ni siquiera tiene sus alas. Ni siquiera es capaz de mantener la cabeza fría en este momento.

Gabriel estuvo a punto de refutar dicha afirmación, pero su amiga no le dio la oportunidad.

—Sí, lo soy —la voz de Bianca cortó la conversación en un murmullo, pero lo suficientemente alto para llamar la atención de los cuatro ángeles—. Tomás fue mi responsabilidad en primer lugar. Debo terminar el trabajo...

—Bianca, él no es precisamente tu responsabilidad. No eres su ángel... —empezó Rafael.

—No —lo interrumpió Bianca, ya sin rastro de lágrimas en sus ojos—. Él es mi responsabilidad. No seré su ángel, pero soy su amiga. Su amiga. Y daría la vida... daría la vida nuevamente por él. La daría mil veces de ser necesario. ¿Eso no es suficiente?

La determinación de Bianca enorgulleció a Gabriel. Sabía que no había sido fácil para la chica aceptar su muerte, que le hubiera gustado más de una vez tener la oportunidad de regresar. Saber que cambiaría esa oportunidad por la vida de su amigo la instó a apoyarla una vez más.

—Ella es la indicada. Es lo que Tomás Herrera exactamente necesita para su encrucijada —dijo, dispuesto a repetirlo las veces que fuera necesario frente a los demás ángeles hasta que lo aceptaran.

Los tres intercambiaron una mirada entre ellos, antes de que Rafael se dirigiera directamente a Bianca. Apoyó sus jóvenes manos sobre los hombros de la muchacha, asegurándose de poseer su total atención antes de hablar.

—Una encrucijada no tiene vuelta atrás. Es una decisión que solo Tomás Herrera podrá tomar. Aconseja con sabiduría, ángel, porque tu vida ya no está en tus manos sino en las suyas.

Entonces sus ojos, que nunca presentaban un color definido, se clavaron en Gabriel.

—Ya sabes qué hacer.

Con eso, los tres ángeles desaparecieron sin despedirse, dejándolos solos.

—¿Qué es exactamente una encrucijada? —preguntó Bianca, finalmente reponiéndose de las palabras de Rafael. Seguía aturdida por los hechos que habían sucedido apenas hacía unos minutos en la tierra, desesperada por volver con sus amigos. Por salvarlos.

Gabriel negó con la cabeza, no muy seguro de cómo aconsejar a Bianca respecto a la tarea que tenía por delante, antes de extender la mano hacía la muchacha para que ella la tomara.

—Vamos, tenemos mucho que hacer si no quieres desperdiciar tu oportunidad de salvar a tu amigo.

Se aparecieron en el hospital general, directo en la habitación donde Tomás Herrera aparentaba dormir, con un respirador y mil cables atados a su cuerpo.

Bianca tragó saliva, y con una última mirada al ángel junto a ella, tomó la mano de su amigo.

Dos meses sin actualizar. Lo sé, no tengo perdón. Esa semana me robaron el celular donde tenía la historia terminada y tuve que volver a escribir, lo que me tuvo bloqueada porque no sabía ni como retomar.

La buena (o mala) noticia, es que quedan solo seis capítulos, así que prometo actualizar una vez por semana hasta el final.

Espero que les haya gustado este capítulo.

XOXO, Kitty.

Las alas de un ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora