Guerrera con carácter

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—¡Por fin llegué! Mmmm.... Aquí no hay nadie...

Ángela había llegado al ejército espartano, no obstante, no había nadie. Hasta que se oyen sonidos de armas, por lo que ella va a buscar al general. Cuando da solo el primer paso, un soldado se lo prohíbe.

—Eh, tú, ¿Que haces aquí?
—Vengo a hablar con el general.
—Jajajaja, gracias por animarme el día con tu humor sarcástico, pero deja de hacer el ridículo y vete de una vez.
—Perdona pero el que da risa eres tú, no me subestimes, y por cierto, no voy a irme sin antes hablar con el.
—¿Como has dicho?
—Lo que has oído.
—Así es que te me pones rabiosa, no dejas de sorprenderme...mmm... ¿Para que quieres hablar con el?
—Ni te importa, pero como me das pena te lo voy a contar. Quiero alistarme en el ejército.
—Jajajajaja, ¿tú?, ¿aquí?, no me hagas más reír; pero tienes bastante carácter.
Giles sale inmediatamente y se dirige hacía Ángela y el soldado, extrañado por ver quién era esa extraña muchacha.
—¿Que está pasando aquí, Aetos?
—Oh, mi general... Es que esta muchacha está decidida en alistarse en el ejército y como es de esperar, no tendrá el nivel suficiente.
—Veamos...vete y déjame solucionarlo.
—Si, señor.
—Vaya..veo que hasta vas para la ocasión y bastante decidida. ¿Cuantos años tienes?
—22.
—Y bueno, supongo que habrás empezado a entrenar desde los 7 años.
*Se pone nerviosa al instante*

—N-No... Llevo desde los.... 15.
—¿Desde los 15?
—Se lo que estás pensando, pero yo he venido aquí con un propósito: proteger a mis seres queridos. Me he estado sacrificando por ellos toda mi maldita vida y he estado entrenando desde esa edad sin parar, me da igual el reglamento. Pero si hay algo en lo que estoy decidida, es en mis posibilidades.
—Me dejas alucinado, me encanta ese carácter.... Está bien.
—¿E-Eh?
—Te daré una oportunidad. Sin embargo, tendré que ponerte a prueba. Nunca antes he hecho esto porque no he tenido la ocasión... Pero... Creo que no me equivoco.
—¿Lo decís en serio? Oh... por los dioses... Gracias.
—¡Pero señor, esto es una barbaridad! —Cálmate Aetos. Confío en sus posibilidades.
—¡¿Pero así sin más?!
—Se lo que debo hacer.
—Bueno, sabéis lo que hacéis.
...
...
—Espera, ¿Como te llamas?
—Ángela.
—Me llamo Giles, puedes llamarme así. Ahora ve, te darán unos aposentos. Mañana a las 5:00 te quiero despierta, ya te buscarán una armadura adecuada.
—Si.... Señor.

Es de noche y Ángela aún no se cree que la habían aceptado. Pensaba que Giles era más duro y serio, pero resultó que se le veía más su corazón noble. Estaba pensativa.
Mientras, Aetos, que en verdad es el consejero de Giles, debate con él sobre ella.

—¿Pero no véis los inconvenientes que puede atraer?
—A ver, dime cuales.
—¡Son múltiples! A lo mejor no sabe ni luchar... Y seguramente no tenga ni los 20
—Tiene 22. Y se le ve decidida, creo que puede ser una habilidosa guerrera, aunque aún no la haya visto luchar.
—En el futuro sabréis el gran error que habéis cometido.
—Se te ve cansado, anda, vete a descansar. Y por última vez, sé lo que tengo que hacer.
—Está bien mi señor.

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