Peloponeso y Delos

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El final, puede que estuviese acercándose.
Tras darse un apasionado beso de despedida, Giles y Ángela oyen esa frase, que parecía resonar por todos los aposentos. Ese "¡Delos, por Atenas!" Anunciaba lo que estaba por llegar.
Los atenienses habían alcanzado Esparta, y solo iban a por una cosa: La victoria.

—¿Es lo que creo que es?

—En efecto...los atenienses han llegado.

—Bien, cogeré mi oplón y lanza

—Espera...¿que? Cariño, solo hace 2 semanas de que diste a luz.

—¿No ves que estoy bien? Debo de estar en la batalla final...

—¿Que hacemos con Atenea?

—La ocultaremos. Que Evadne se la lleve.

—Bien. No tenemos mucho tiempo, ya podemos ir ligeros.

Giles estaba serio, y solo diciendo eso, coge la dory, el oplón y se dirige a la salida esperando a su prometida y a su "prima"

—La llevaré a los profundos bosques.

—¿Estás segura de que no te atraparán?

—Segurísima. Ahora iros, ya están empezando a derramar sangre.

—Mierda...venga vamos.

Ellos dos se separan de Evadne, y ésta, corre a toda prisa con la hermosa niña en brazos.
Mientras, Ángela va junto a su prometido frunciendo el ceño, con la expresión fría.

—Por fin...la guerra final

—Tanto esfuerzo, ha merecido su recompensa. Y ésa misma será la victoria, confía en mi.

Ambos llegaban a la base del ejército, donde éste, ya estaba en su posición correcta. Leonidas, esperaba a Giles.

—Bien, señor Giles. ¿Que es lo que debo de hacer?

—De momento, no te he ordenado nada.

—(A ver si me lo cargo rápido...) De acuerdo.

Ángela lo miraba fijamente, con una mirada desafiante.

—Vamos a avanzar despacio, más o menos el número de guerreros atenienses es el mismo que el de nosotros. ¡A por todas!

—¡SÍ, SEÑOR!

Y en el más lento movimiento, veían como una especie de ola negra se acercaba hacia ellos. Las típicas flechas negras que parecían la sombra de la muerte.

—¡LOS OPLONES!

Ángela hace caso a su querido general. Todos los guerreros se cubren con el escudo espartano, no obstante, las flechas logran alcanzar la piel de algunos, causando alguna muerte que otra.

—Ahora....¡ATACAAAAAD!

Los espartanos corrían con agilidad hacia los enemigos.
Sin perder de vista a ningún ateniense, Ángela, no ve a Leonidas por ninguna parte.

—Atenea...

Mira a su alrededor. La gente huyendo, personas desangradas en la tierra. Solo la nobleza ha podido salvarse. El ejército es la única solución que le queda a la polis más temida, Esparta.
Matando así a los atenienses que le intentaban parar el paso, ve a Leonidas dirigirse al palacio real, que aún se mantenía en pie.
Ángela, mira a Giles por un momento. Sabía lo que debía de hacer.

—Ahora es mi momento...

Sin pensarlo un segundo, va retrocediendo, intentando que ningún enemigo la paralizase. Sabía que Leonidas había ido en busca de Marilee.
El malvado guerrero, había entrado en los aposentos de ella, pero vió que no había nadie. Se sentía traicionado, pero no por ello iba a dejar a Giles con vida. Pero no tenía idea de que una persona se lo iba a impedir, su más gran enemiga, la espartana Ángela.
Nada más girarse, la ve en frente de el.
—Vaya...con que la arpía te ha traicionado.

—¿Que haces aquí? Vete.

—Estás de coña si crees que vas a matar a Giles... (Pero...como es que lo se..?)

—Antes te mataré...

Ambos se disponen a atacarse como si no hubiese mañana.
Mientras tanto, la Liga del Peloponeso, se sigue enfrentando contra la Liga de Delos.
El rojo cada vez cubría más las calles.

—Te crees....¿que vas a ganar?

—Haré lo que sea por ello.

—No te imaginaba diciendo esa frase

—Oh...¿puedo preguntar por qué?

—Por idiota. *le pega una patada, haciendo que caiga sobre el suelo*

—Maldita zorra...

—¡Yiahhh!

Por la ira, Ángela aún no había pensado en donde podía estar Marilee.
Se había aliado con el enemigo. En efecto, había hecho traición. Sin pensarlo, huyó a Salamina, una isla muy próxima a Atenas.

La guerra continuaba tanto para Ángela como para Giles. El fuerte general seguía batiéndose con el enemigo, eso sí, en ningún momento había parado de pensar en su prometida y su hija.
Por otra parte, Ángela seguía batiéndose contra Leonidas, estaba ganando.
Leonidas, cae al suelo de rodillas, derramando sangre por todo el cuerpo.

—No tienes cojones...a matarme.

—Me subestimas.

—En el fondo sigues teniendo un ignorante corazón. *se dispone a atacarla de nuevo*

—La verdad...está en quién tiene coraje.
Agarra la lanza, y se la clava a Leonidas en el cráneo.

—Nunca más...volverás a amenazar a los que quiero.

De repente, un silencio un tanto misterioso, ocupa el lugar.
El ejército espartano, había derrotado a los atenienses.

*va fuera*
—¿....Hemos....ganado?

—¡LA VICTORIA ES NUESTRA!

Y en el momento en el que el general dijo esa satisfactoria frase,
todos gritan de alegría y felicidad.
A pesar de todo, Giles va en busca de la espartana, pero no la veía por ninguna parte, hasta que su vista la alcanza verla correr hacia el.

—¡Ángela!

—¡Lo lograste!

—Más bien, lo logramos.

—Emmm....bueno, yo me perdí la batalla.

—¿Cómo?

—¿Ves a Leonidas por alguna parte?

—¿Lo has...?

—Atravesado.

—Jajaja, bien hecho, guerrera. No me esperaba menos de ti.

—Cuanto he esperado este momento....

—Todos lo hemos esperado. Vayamos a por Evadne y Atenea.

—De acuerdo.  (No te vas a librar de mi, Marilee)

El final, es el principio de algo nuevo.

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¡Hasta aquí el final de Espartana!
Muchas gracias a todos los que habéis seguido la lectura. He de decir, que iré realizando cambios en los textos de capítulos anteriores por si hay algún error, y que futuramente, Espartana tendrá una segunda parte que iré subiendo.
Nada más que añadir, gracias por acompañarme en esta novela. Nos leemos pronto :3 ♥

EspartanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora