Atenea

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Era media noche, parecía que todo iba bien, hasta que, Ángela...se dió cuenta de que estaba de parto.
Los dolores cada vez eran más intensos y todo parecía estar lleno de sangre. Intentaba empujar todo lo que podía. Los tenues gritos que salían de sus labios y el sudor que le caía de la frente, había tenido su recompensa. Una hermosa niña amanecía al mediodía.
La noticia pronto llegó a Giles, estaba muy emocionado, ya era padre. Aunque nadie se esperaba, que la pequeña tuviese tantas ganas de ver el mundo y naciese antes de tiempo. Giles, llega a los aposentos junto a su amada y ve que la tiene sobre sus brazos.

—Giles...mira que preciosidad
—Es asombroso...es...mi hija...
—Toma, cójela.

Ángela se sienta sobre el lecho, y con sumo cuidado, Giles coje a su hija con detenimiento. Tenía los ojos azules y una carita muy sonriente, era muy parecida a su madre.

—Es muy parecida a ti...
—Seguro que tendrá un fuerte carácter como sus padres.
—Estoy sin palabras...tiene un rostro tan positivo....
—Ojalá no tenga que cambiarlo muchas veces.
—Tú esfuerzo ha valido la pena. Traer una criatura al mundo no es fácil...y hoy en día mueren muchas mujeres por ello...tú, lo has conseguido.
—Jajaja, por un momento creía que me iba a desangrar, pero....de repente, hubo un momento de silencio y se oyó un lloro...la había sacado adelante, se me iluminó la cara.
—Tú esfuerzo siempre tiene mérito....soy padre junto a la mujer que amo...mi "espartana"
—Jajajaja. Bueno, parece que tiene hambre...voy a darle el pecho.
—¿Lo quieres hacer tú? Dar el pecho es algo muy cansado. Hay mujeres que trabajan para ofrecerse a ello.
—Ni hablar, yo soy su madre y por lo tanto yo la alimentaré, no otra mujer.
—Ya, yo también lo prefiero. Pero las mujeres de la nobleza es lo que suelen hacer. Pero tienes razón, eres su madre y tú tienes que alimentarla.
—Siento si fuí algo borde...
—Para nada, fuiste realista. Ahora vuelvo...me han hecho llamar...
—¿Pasa algo?
—Se prevee que los atenienses, tardarán menos de dos meses en llegar. Tengo que preparar el ejército.
—Yo, en cuanto pueda, me incorporo.
—¿Después de dar a luz recientemente? Ni hablar, es muy peligroso.
—He dicho en cuanto pueda...
—Te conozco y eso quiere decir qué en cuanto descanses.
—(.....)
—Ay... *le besa la frente* ahora volveré...
—No tengas prisa, estamos bien.
—¿Evadne lo sabe?
—No se ha hablado de ella en todo el día...
—Que raro.
—Bueno, luego hablamos.
—Está bien. *le besa*

Giles se va y Ángela le da el pecho al bebé. Mientras tanto, una corrompida Marilee cada vez enloquece más.

—N-No...¡Ya ha nacido! Hay que hacer algo...
—Mi señora, por favor... pensad en lo que váis a hacer...
Habla un inseguro Leonidas.
—Jejejeje.... Tráeme a mi querida hija...
—¿A Evadne?
—MUÉVETE
—V-Voy...

¿Que es lo que tendrá pensado ésta vez Marilee? El final se acerca, y no queda mucho tiempo.
La justicia, va ganando.

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