Amor y Pasión

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Y como se pensaba, los monarcas habían preparado otra celebración. Ángela no pensó en ir, prefirió quedarse en su barracón. Giles aunque era el general, también prefirió quedarse, pero solo para estar con su amada...
Ángela está terminando de ponerse la túnica, cuando Giles entra.
—¿Ángela?
—¿Giles? Ah, eres tu.
—Perdón por...pillarte así
—No me ha molestado.
—¿Por qué no acudiste a la ceremonia?
—Lo mismo podría preguntar yo.
—Mi respuesta es clara
—¿Ah si? Dime pues.
—¿Estoy aquí contigo, no?
—Em...Si
—Ya tienes la respuesta.
—(...) ¿Te estás riendo de mi?
—Para nada, guerrera.
Ambos se besan al instante. No iba a ser una noche cualquiera. Por fin podían consumar su amor tranquilos, olvidando todo lo negativo hasta ahora.
Giles desliza su mano hasta el tirante de la túnica de ella, le acaria el cabello y roza sus labios en su cuello. La túnica cae. Ella pone las manos en sus pectorales. Los dos se miran fijamente y se abrazan. Ella se tumba y el sobre ella, acariciándole sus piernas, besando sus armas de mujer.
Tras el largo momento de pura pasión y amor, es media noche.
Giles se despierta, y ve a Ángela.
Sus manos estaban en su pecho y sus labios rozando su yugular. Tapada a media cintura por la sábana. La mano de el le sugetaba la cintura.
Sabía que se tenía que separar durante el resto de noche. Si Aetos descubría que no estaba en su barracón, ya sabría donde estaba. Por esta razón, Giles besa a Ángela en la mejilla y se va sigilosamente.
—Adiós amor, prometo explicártelo todo mañana.
Pasa la noche y amanece.
Ángela se despierta, ve que Giles no está.
—¿Giles? Mmmm....¿Por qué se habrá ido?
Se pone la armadura y sale a buscarlo. No había casi nadie, todos estaban agotados por la noche pasada y como era día libre, más razón para no despertarse. Aún así Aetos sigue vigilando muy de cerca a Ángela, justo la ve en frente de el.
—Vaya vaya... ¿A quién tenemos aquí?
—¿No te cansas de tu suma ignorancia?
—Que agresiva te has despertado. ¿Por qué no fuiste a la ceremonia de ayer?
—Ahora pregunto yo. ¿Y a ti que te importa? No eres quién para saber sobre mi vida. Y ahora, adiós, tengo que... arreglar unos asuntos.
—Jeje
Ángela se aleja de Aetos.
Justamente Giles la ve a ella primero.
—Guerrera.
—¡¿Giles?!
—Jajaja, siento por haberme separado de ti esta noche.
—¿Por qué lo hiciste?
—Si Aetos se entera de que no estoy en mi barracón, sabrá que estoy contigo. No sabes cuanto me hubiera gustado despertar a tu lado.
—...No será la última vez.
*Le besa*
—¿Te has encontrado con Aetos?
—Si...
—Mierda... ¿Que cojones te ha dicho?
—Como siempre...intentando controlar mi vida...
—Ni se te ocurra decirle nada sobre ti ni de lo que haces. El es un mandado de Marilee.
—Me lo suponía....
—(....)
—Si ella posee un don adivinatorio....¿Podrá saber que nos acostamos juntos?
—Lo único que se es que te protegeré con mi vida.
—Por siempre....yo también.

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