•30 de junio de 1997•
Así que todo había cambiado, no sólo en Hogwarts, sino en el mundo mágico. Estaban, esta vez, mas seguros que nunca de la vuelta de Voldemort. Aunque yo lo sabía perfectamente. Me negaba a creer que llegaría tan lejos, y que Draco podría verse tan mal... El príncipe de Slytherin, el gran Malfoy, se había vuelta completamente paranoico, siempre creyendo que lo seguían - aunque así era -, con una ojeras tremendas y una palidez de infarto. No estaba bien, pero yo no andaría detrás de él, cuidándolo o lo que sea, el plan era, más bien, alejarme de él.
La mañana había transcurrido un poco tranquila, se suponía que Breena y yo iríamos a estudiar a la biblioteca porque se acercaban los exámenes y queríamos estar preparadas. En la noche, Fred iría a visitarme igual que George a ella y, quizá, iríamos a un romántico picnic cerca del Lago Negro. Teníamos todo perfectamente planeado.
Pero la tarde no se desarrolló como esperábamos. Y la noche, mucho menos. Justo después de cenar, o mas bien durante la cena, Draco salió del Gran Comedor a toda prisa, como si una manada de lobos lo estuviera persiguiendo. Aunque no fueran lobos, alguien lo persiguió: Potter. Apreté los dientes, no podía ser que una vez mas estuviera por ir atrás de él, debería dejar de importarme Malfoy, ¿verdad? Yo tenía mis propios problemas. Aunque, mi deber también había sido vigilarlo.
—Vuelvo en un segundo, ¿va?—me dirigí a Breena, sin quitar los ojos de Harry, que se escabullía por la puerta.
—Pero te estaba contando...
—Es que creo que me está bajando, ya sabes, sangre y desastre y olor y dolor y...
—Ya entendí, vete—respondió.
Corrí hacia la puerta y la abrí rápidamente, pero no la cerré, pues no quería que Potter se inmutara. Acto seguido, me dediqué específicamente a seguir con cuidado al cuatro-ojos, pues Draco ya se había salido de mi campo de visión, y considerando que él lo estaba siguiendo... En fin, ¿porqué carajos nos conduciría Draco a la Torre de Astronomía? No era fácil decifrarlo, de todas maneras, pues no podía acercarme demasiado, Harry sólo había llegado a las escaleras y no parecía tener intención de subir. Estaba espiando.
Escuchaba voces, ¿estaba acaso Dumbledore allí? No lograba distinguir lo que decían. Luego gritos. Draco. Potter y su cara de preocupación no ayudaban, como si fuera poco. Así que, finalmente, decidí acercarme. Me coloqué justo al lado de Harry. Él me miró sorprendido, con un atisbo de enojo y quizá de alivio, por no ser el único testigo de lo que estaba ocurriendo. De todas maneras, me hizo señas, preguntando qué mierda hacía yo ahí, y le respondí moviendo los labios, esperando que él entendiera "¿Acaso tengo que pedirte permiso?". Harry rodó los ojos y me señaló que me fuera, pero me crucé de brazos haciéndole saber que no movería ni un pelo hasta saber lo que ocurría.
De pronto, en medio de nuestra discusión, se oyó otra voz conocida. Snape...Lo siguiente que pasó fue demasiado rápido, más gritos, discusión, varitas. Cuando me di cuenta, Dumbledore estaba cayendo de la Torre, a manos de un hechizo que Snape acababa de lanzar. Pero esa, en realidad, era la misión de Draco. Todo lo que me habían dicho era mentira, su misión en ningún momento había sido vigilarme. Su misión era matar al enemigo. A la única esperanza que teníamos de que Voldemort fuera derrotado.
Corrí donde los demás, tomé a Draco del brazo y huí. No me detuve a mirar su rostro, qué expresión tenía, si me miraba o no. Simplemente lo arrastré conmigo, y corrí, y corrí, hasta que mis piernas dolieron demasiado como para seguir. Habíamos llegado al Lago Oscuro y, creanme, si fuera por mi hubiera entrado al agua corriendo hasta que mis recuerdos se desvanecieran y todo volviera a ser como antes. Pero no lo hice.
Estaba de espaldas a Draco, respirando entrecortadamente, agachada, con las manos apoyadas en las rodillas. Cuando por fin me calmé, me volteé. Él me miraba, pero sus ojos estaban vacíos. De repente, una furia e ira comenzó a invadir mi cuerpo y mis mejillas comenzaron a arder. Lo primero que se me ocurrió fue darle una bofetada que le volteó la cara y provocó que su mejilla comenzara a ponerse colorada. Estaba enojada. ¿Cómo se le había ocurrido no decirme nada? ¿Cómo se le había ocurrido ponerse en peligro de esa manera? Sus ojos se pusieron llorosos. Me abalancé y lo abracé lo mas fuerte que mis brazos me permitieron, como si aferrarme a él fuera la única manera de mantenerlo con vida. Sus brazos rodearon mi espalda y ocultó su rostro en mi cuello. Cuando sus lágrimas comenzaron a caer, mi cabello se pegó a sus mejillas húmedas. No me importó, y al parecer a él tampoco. Sus sollozos hicieron que su pecho se agitara y se removiera en mis brazos, pero no lo solté.
Luego de unos minutos, cuando su llanto cesó, dejó de ocultar su rostro, pero simplemente lo levantó, no se despegó de mi. Pude ver sus ojos rojos e hinchados y sus mejillas totalmente mojadas. Sorbió sus mocos y se quitó un mechón de mi cabello de su mejilla izquierda. Sus ojos quedaron fijos en los mios, y aunque me intimidaban un poco, no aparté la mirada de esos hermosos focos grises. Suspiró, exhausto, y acercó su rostro al mio, pegando su frente con la mía. Las lágrimas asomaron sus ojos una vez más, así que coloqué mis manos detrás de su cuello, provocando que no pudiera despegarse de mi nuevamente.
—¿Por qué lo hiciste?—. Aunque vi que esas palabras salían de su boca, su voz no parecía suya, estaba ronca y hablaba en un tono demasiado tranquilo.
—No lo...no lo sé, pensé que debíamos salir de allí, yo...
—No me refiero a eso—parpadeó y una lágrima se deslizó por su mejilla derecha.
—Malfoy...
—¿De verdad creiste que podías deshacerte de mi haciéndome olvidar? ¿De verdad creiste que podías borrar lo que pasó entre nosotros?
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DRAMA
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Inesperado...(Draco&Tu)
RandomMi nombre es _______(tn) Nott. Tengo 15. Estoy cursando mi quinto año en Hogwarts, escuela de magia y hechicería. Mi vida era... como la de los muggles, aunque siempre supe de la existencia de la magia, ya que mi padre es un mago; y mi madre es mugg...