XV

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He leído comentarios diciendo que querían o que Ann la salvará otra persona, o, que le pasara algo malo.
Creo que algunos tienen más maldad que yo jajaja solo quieren ver sufrir a la pobre de Annie x3
Pd: creo, y solo creo jajaj, que ese gif les ha spoileado más que yo jajaja 😅
Pd2: No sé si es porque soy muy llorona, lo admito, pero... Lloré escribiendo este cap, lo juro jajaj 😢😢😢

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Entró a su casa, había llegado temprano aquella noche, hacía mucho frío para pasarla afuera y ninguna cama ajena serviría.

Lo que más lo extrañó, es que su casa estaba igual de fría que el exterior, se acercó a las ventanas de la sala y estaban cerradas.

Chasqueó la lengua molesto, de seguro Ann se había quedado dormida y con la ventana de la habitación abierta.

Se acercó hasta el dormitorio y una fría brisa salía por la puerta, lo sabía.

La abrió con brusquedad y su grito para regañarla se quedó ahogado en su garganta al verla parada en la baranda del balcón.

—¡¿Qué demonios crees que haces?! —le gritó alterado corriendo hacia ella para tomarla de uno de sus brazos y jalarla hacia atrás, cayendo ambos en el suelo.

—¿Por qué estabas parada allí? ¡¿Qué estabas por hacer?!

Comenzó a llorar una vez más, forcejeando para que la soltara.

—¡Contéstame Ann!

—¡Déjame Aiden! ¡Suéltame!

—No te voy a soltar una mierda ¿Acaso querías saltar? ¡¿Eres estúpida?!

—¡Si! ¡Soy una estúpida! ¡Ahora suéltame!

—No, no lo haré, me dirás ahora porque querías saltar.

Una risa rota se escapó de sus labios.

—¿Ahora quieres hablar conmigo? ¿Ahora te importo Aiden?

—Contesta lo que te pregunté.

—Ya no quiero vivir.

—No digas estupideces —le dijo desesperado.

—Ya no quiero, no quiero —pronunció rompiendo a llorar desconsolada.

—Ann.

—Prefiero estar muerta, mi vida no vale nada, yo no valgo nada, no soy nada, no sirvo para nada... No le sirvo a nadie.

La tomó del rostro, para que lo mirara, pero ella no dejaba de llorar.

—Mírame, mírame Ann.

—Déjame Aiden —le pidió colocando sus manos sobre las de él.

—No te dejaré nunca.

—Cuando te vayas, lo haré.

Un vacío enorme sintió al escuchar eso.

—Ya no tendrás que salir a buscarme, ya no tendrás que preocuparte porque  no use pantalón-

El nudo en su garganta le impedía hablar con la rapidez que quería.

—Ya no importará si me enfermo, si hago mal las cosas, si... Me equivoco y te decepciono una vez más —pronunció lo último en un hilo de voz—, ya no va a importar nada, nada.

—Abre los ojos y mírame.

—No quiero hacerlo.

—¿Por qué? —le preguntó confundido.

Muñecas de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora