SECUELA -PARTE DIEZ-

26K 2.9K 139
                                    

Se acercó a la cama de su hija, y le acarició suavemente la espalda.
La niña ni se movió, siguió mirando hacia su jardín que se vislumbraba por la ventana de su habitación.
—¿Qué ocurre Becca? Tu papá me dijo que no quisiste bajar a comer helado, y eso me preocupa, sabiendo lo mucho que te gusta.
—No quiero.
—Lo sé mi amor, por eso subí a hablar contigo, ¿quieres contarme?
—No.
Suspiró frustrada, tal vez solo tenía cuatro años, pero a veces sus actitudes parecían las de una niña mayor.
—Hija, no me gusta verte deprimida, y a penas probaste tu almuerzo. ¿qué es lo que ocurre?
—Nada, déjame sola.
—Rebeca, estoy perdiendo la paciencia.
—Entonces vete.
Apretó sus labios entre sí y respiró profundo, repitiéndose internamente que solo era una niña pequeña.
—Llamó el papá de Lizzie, hoy le darán el alta, ¿No quieres ver a tu amiga?
Se sentó en la cama y la miró curiosa.
—¿En serio?
—Sí amor, la pequeña ya está mucho mejor, y estoy segura que ella también querrá verte.
—¡Tienes razón! Vamos mami, quiero mostrarle algo a Lizzie.

-o-o-o-o-

Luego de las bromas de Tiana al conocer por medio de fotografías al padre de Noah, y que Nina le pidiera encarecidamente que no hablara del tema frente a su marido, ambas madres se encontraban hablando en la sala de la casa de los Cocks, mientras sus dos pequeños hijos correteaban.
Nina observó a su amiga, y sonrió con cierta nostalgia.
No entendía porque era tan difícil que pudiese quedar embarazada. Tiana había estado esperando su regreso para contarle con gran alegría, que estaba de tres meses de embarazo.
Aun recordaba lo difícil que había sido concebir a Stephan, y ella realmente quería darle otro hijo a Noah.
Era frustrante cada mes hacerse una prueba de embarazo, para obtener como resultado una negativa.
Y aquella vez cuando finalmente había tenido un atraso... Solo en eso se había quedado, no había bebé.
—Ey, ¿en que piensas? —le preguntó curiosa la rubia.
—En lo frustrante que es mi maldita condición.
—¿Qué condición? ¿De qué hablas?
—Que no pueda concebir Tiana, hace meses lo intentamos con Noah, y... Nada, el bebé no llega.
—Yo no buscaba a este niño, bueno tampoco a Luca —sonrió divertida—, pero llegan Nina, solo ten paciencia.
—Sí, supongo —suspiró.
—Oye, ¿ahora volverán a vivir aquí?
—Supongo que sí, luego de la reacción de la basura del padre de Noah, él no quiere saber nada de volver a aquella ciudad.
—¿Tan malo fue?
—La verdad no lo sé, Noah no quiso contarme, pero estaba muy afectado Tiana, y lo que menos quiero, es que mi marido esté mal por personas que no lo valen.

-o-o-o-o-

—¡Lizzie! —chilló abrazándola con fuerza, provocando que la pequeña rubia se quejara.
—Hija no seas brusca —rio Josh.
—Lo siento, mi papá tiene razón —sonrió—. Ven, quiero mostrarte algo —le dijo entusiasmada.
—Está bien —murmuró bajito Lizeth, siguiéndola por detrás.
—Que alivio poder verla de pie una vez más, y no en esa maldita cama de hospital —dijo con calma Josh.
—Lo es, estuve tan angustiada por mi hija, que poder verla así, sonriendo, feliz... Me llena de emoción —pronunció Ann acariciando suavemente su vientre.
—¿Y ese pequeño cómo se encuentra?
—Muy inquieto, creo que ya quiere salir a jugar con su hermanita —le dijo con una suave sonrisa la morena.
—Josh, necesito hablar contigo.
Lo miró curioso, y luego a su mujer.
—Vuelvo en un momento Tess.
Ella solo asintió y luego junto a Ann, se fueron de sala hacía el jardín, donde se encontraban las niñas hablando.
—¿Qué ocurre? Te he visto muy serio, y creí que tu cara de perro se iría ahora que sabes que tu hija ya se ha curado, más aun, que ha vuelto a tu casa.
—Mi mente está en otro lado ahora. Estoy feliz y tranquilo por lo de Lizeth, pero hay cosas que... Me perturban, y ya ha pasado una semana, y siento que si no lo hablo con alguien, me volveré loco.
—¿Qué es lo que ocurre? —le inquirió preocupado.
—Confirmé mis sospechas.
Frunció su ceño con confusión.
—¿De qué hablas?
—Noah es mi hijo.
Abrió sus ojos sorprendido.
—Aiden, no luces para nada feliz ¡Tu hijo está vivo! —exclamó Josh con una gran sonrisa, palmeando su hombro.
—Sí.
—¿Qué ocurre? No me digas que sigues teniendo celos de él.
—Por supuesto que no, solo que... Es extraño saber que él es mi hijo... Que incluso es mayor que yo.
—Lo imagino, descubrir que tu bebé es un tipo de treinta y tantos de años, no ha de ser fácil.
—No para asimilarlo tan pronto.
—Tiene un parecido a ti, pero con la bondad de Ann, y la seriedad tuya —pronunció divertido—, solo que él no es un amargado —rio.
—¿Será por el hecho que él no tuvo que cuidar a un amigo como su hijo?
—Claro, antes la culpa era de tu padre, ahora mía —le dijo rodando los ojos.
—Ni me lo nombres.
—¿No has vuelto a saber de él verdad?
—No, y es mejor así. A donde sea que se encuentre, espero jamás vuelva a aparecerse. No lo necesité antes, muchos menos ahora.
Suspiró, comprendía el reconcor y desprecio que sentía su amigo hacia su padre.
—Aiden, ¿Cómo se encuentra Noah? —le inquirió cambiando de tema.
—Bien, supongo.
—¿Supones? ¿No hablaste con él?
—No, luego de esa charla no lo hemos vuelto a hacer.
—¿Estás hablando en serio? ¿Tú hijo está vivo y tu actuaste como un completo bastardo?
—No es fácil Josh.
—¿Y crees que para él lo es? ¡Por Dios, Aiden! Odias a tu padre por haberte abandonado, ¡Y tú actuaste igual! Dejaste que tú hijo se fuera, lo alejaste de tu vida. Y sí, entiendo que no debe ser fácil aceptar que tu bebé que se llevaron hace seis años, hoy luzca como un adulto, ¿Pero que importa? Es tu hijo igual. Entiende que aunque aparente más de treinta, él fue sometido al mismo tratamiento de crecimiento acelerado de Ann. No importan si son treinta o seis años, un hijo siempre necesita de su padre.
—No quiero seguir hablando —pronunció en un tono bajo.
—Tienes razón, yo tampoco quiero seguir hablando Aiden —le dijo molesto.
Se dirigió hacia la puerta, y se fue al jardín junto a su mujer e hija.
Odiaba cuando Aiden se comportaba de ese modo tan frío.
Aiden suspiro y se sentó en el sofá, mirando un punto fijo en el suelo.
Josh tenía razón, estaba actuando igual que su padre... Aquel hombre que juró jamás ser.

...

Muñecas de compañíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora