Muñecas de compañía

XL

Entre abrió la puerta de la habitación y observó a James, él estaba sentado en una de las bancas, y a unos cuantos metros, se encontraban aquel tipo de la empresa de FemBot.
Le hizo señas con su mano para que se acercara, y disimuladamente lo hizo el rubio, apoyando su espada contra la pared junto a la puerta y mirando su celular.
—Me llevaré a Ann de aquí, no confío en ellos, necesito tu ayuda.
—Lo haré, pero si me permites estar junto a Ann.
—No tenemos tiempo para esto —gruñó con molestia Aiden.
—Exacto, o aceptas... O ahora mismo le cuento.
Si la situación no fuera tan delicada, ya le habría quebrado la mandíbula.
—Okay.
—Tienes menos de cinco minutos, sal por el pasillo, luego ve hacia la izquierda, y sigue derecho, eso te lleva a la salida, llévate mi auto.
—Cuatro y quince en el aeropuerto, ni un minuto más, si no estás ahí, nos iremos.
—Ahí estaré —le aseguró acercándose hacia el castaño.
Comenzó a hablarle, y éste le dio la espalda a la habitación de Ann.
Aiden se acercó a ella y rápidamente siguieron las instrucciones de James. Una vez fuera, le colocó su chaqueta y ambos subieron al auto del rubio.

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—¿A dónde iremos? —le preguntó con temor.
—No lo sé Ann, muy lejos de aquí.
—Pero, este no es el camino para ir a casa.
—No volveremos allí.
Sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¿Cómo que no? Tenemos nuestras cosas allí, Crema está en casa.
—No podemos volver.
—No, lo que no podemos hacer es dejar a Crema sola Aiden, no podemos abandonarlo —pronunció comenzando a sollozar.
—Entiende que es peligroso volver, además no podemos viajar con el gato.
—A-Aiden.
—Lo lamento Ann, llamaré a Josh, él lo cuidará.
—Yo quiero traerlo conmigo.
—No te arriesgaré a ti o al bebé por el gato, lo lamento Ann... Pero a veces hay que renunciar a cosas que queremos.
Ella negó con la cabeza y miró por la ventanilla, llorando.
Sabía que Aiden tenía razón, pero no por eso el dolor en su pecho era menor.
—Josh lo cuidará muy bien, el ama lo animales, por eso es vegano, confía en mi, Crema estará muy bien.

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—¿Por qué rubia?
—Fue la primera que encontré, no te quejes —le dijo James acercándose a Ann—, ven, es necesario que te coloques esto, para que no te conozcan.
—Con un pañuelo habría sido suficiente —Se quejó Aiden una vez más.
—Le traje un pañuelo también, por cierto, podrías haberme avisado que la dirección que me pasaste era de un barrio carenciado.
—¿Te molesta mezclarte con los pobres? —preguntó con cinismo.
—No, pero si fue peligroso entrar aquí, vestido de esta forma.
—Eso ocurre con las personas que les gusta presumir de su dinero.
—Aiden, por favor —le pidió Ann acomodándose la peluca.
Lo que menos quería era una pelea innecesaria.
James observó a Ann y su corazón dio un vuelco, aun mayor era su parecido con Bell.
Sus manos comenzaron a temblar y las apretó en forma de puño, debía controlarse.
—E-Es hora de irnos —dijo rápidamente tomando un bolso.
—¿Te encuentras bien? —le inquirió preocupada la morena.
—Sí, no es nada, andando.
Aiden tomó la mano de Ann y lo observó con desconfianza, caminando hacia la salida los tres.

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—Se la llevaron.
—¿A dónde? ¿Cómo permitiste que esto ocurriera?
—No hay porque preocuparse señor, tendremos a ese bebé de todos modos, a cambio de nuestra protección, la mujer que la hirió, nos dijo que puede llevarnos a su primo, James.
—¿Cómo?
—Por el reloj que él lleva.
—¿Es seguro eso?
—Claro que si, actualmente hemos enviado a unos hombres a seguirlos, y me han notificado que ellos se encuentran en el aeropuerto, planean salir del país.
—¿Tú les advertiste sobre el embarazo?
—Les dije que era de riesgo y solo aquí ella como el bebé estarían seguros, pero no quisieron escucharme.
—De acuerdo, que no pierdan su pista, tendremos a esa criatura como sea.

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—¿Hablas su idioma?
—No, pero bueno, intentaré comunicarme con ellos, o encontrar alguien que hable nuestro idioma.
—Okay —pronunció desinteresado Aiden.
Miro a Ann y se acercó a ella, acariciando suavemente su mejilla.
—¿Cómo estás?
—Triste.
—Crema estará bien, le dejé un mensaje a Josh antes de irnos, estoy seguro que apenas lo lea, irá a la casa y se lo llevará.
—No estaré mejor hasta que no sepa nada de él Aiden.
Suspiró y la abrazó.
—Lo siento, pero piensa que esto no será para siempre, solo hasta que nazca el bebé, luego buscaremos un lugar a donde volver.
—Está bien.
—Te amo.
Levantó la cabeza y lo observó.
Le sonrió y acercó sus labios a los suyos.
—Te amo —susurró una vez más antes de besarla.