Capítulo 5

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Carmina conoce cada rincón de Paris, ha pasado años viviendo aquí, tanto, que ha visto la ciudad cambiar.

Almorzamos cerca de una plaza, la calle empedrada y los edificios llenos de historias me resultan fabulosos. Carmina me explica sobre el afán de los humanos de guardar lo antiguo, de averiguar cosas, de resguardar y manipular sus memorias.

—es por eso que hay tantas bibliotecas —me explica mientras termina de comer el postre —. Han aprendido el valor de la sabiduría, pero les cuesta darse cuenta.

Luego de pagar la cuenta, salimos a caminar por las calles estrechas. Vagamente me pregunto sobre el paradero de Lucy, a ella le encantaría este lugar. Pero alejo su memoria rápidamente, pensar en el posible destino de mi tutora me deprime y preocupa.

—¿conoces a Dante desde hace mucho? —le pregunto a Carmina en un intento de desviar mis pensamientos.

—no tanto... bueno —dice —, hace unos seis años, cuando su tutor lo llevo a Idilia a conocer a mi reina.

Idilia, la tierra de las sirenas. Lucy me hablo de esa isla. Es un lugar mágico, resguardado por poderosos hechizos, cubierto de los más finos y singulares tesoros. Las sirenas son hermosas y son conocidas por encantar a los hombres fácilmente, logrando tenerlos bajo sus dominios por años, incluso décadas. Son generosas y sabias de la misma manera que precavidas y astutas.

No hay que hacer enojar a las sirenas.

—¿siempre ha sido tan... raro?

Eso la hace reír, una risa musical que llama la atención de las personas a nuestro alrededor.

—Dante es el hombre más dulce que he conocido —dice —. Ha tenido una vida difícil, pero feliz.

—difícil... —murmuro frunciendo el ceño. No soy una experta, pero me imagino que mi hermano creció junto a mis padres. Banyan me explico que ellos viven en Sartha, la tierra de los ángeles.

—un nephil tiene demasiadas responsabilidades —murmura Carmina —. Tener dos hermanas, pero no poder hablar con ellas... además del dolor de sus padres

Debió sentirse realmente solo, reflexiono. Tiene sentido y de pronto su actitud es completamente racional para mí. al fin tiene a su lado aquella persona misteriosa y extraña que comparte su sangre y causo tanto pesar en su familia.

A pesar que desconozco por qué nunca conocí a mi padre o porque me entregaron a Banyan, sé que debió ser muy difícil para ellos. Nunca he culpado a nadie por la vida que tuve, pero ahora siento un poco de compasión por aquellos que me rodean.

Carmina me distrae tomando un mecho de mi cabello blanco. Siempre he sido demasiado pálida, casi albina. Mis ojos negros y mis labios oscuros empeoran la situación.

—¿alguna vez has ido a un salón de belleza? —me pregunta. La miro, sorprendida por su pregunta. Miro mi pelo, largo hasta las rodillas.

—no —digo —. Generalmente solo me lo trenzo o hago esto —señalo la cola larga que cae desde mi nuca hasta mi trasero.

Carmina me analiza entrecerrando los ojos. Me remuevo incomoda por su mirada crítica. Sonríe y toma mi mano de nuevo

—entonces te llevare a uno por primera vez —dice —. Vamos

—¿Dónde?

—un salón de belleza. Nos mimaran, será divertido

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Hija de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora