Capítulo 25

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Mi hermana cierra la puerta de nuestra habitación suavemente.

—Gustav estuvo aquí —me informa. Bajo el libro que estaba leyendo para verla impresionada.

—¿Cuándo? —pregunto.

—lo encontré sentado en tu cama cuando llegué de ver a Scar —explica.

—¿a qué vino?

—a verte —me dice en tono obvio —. Le explique que habías ido a la biblioteca de la ciudad... con Kota. No se veía muy feliz con lo último.

—si... —murmuro —, últimamente no está muy de acuerdo con mis decisiones. O mi vida entera para ser más exactos.

—eso note —asiente —. Parecía... molesto, creo que esta celoso.

—¿Por qué estaría celoso? Kota me entrena, Alexei lo designo para mí.

—bueno, eso no lo sé —se encoge d hombros —¿tiene razones para sentirse amenazado.

Niego con la cabeza, pero mi hermana nota la duda en mi gesto. Debo admitir que ya no estoy tan segura de mis sentimientos. Ambos son tan diferentes...

—no quiero verlo... al menos no por ahora —digo, tomo mi libro y continúo leyendo.

Oigo a mi hermana moverse por la habitación, alistándose para dormir.

Intento seguir con mi lectura, uno de los libros que Kota y yo pedimos hoy. Me planteo si contarle a Aurora lo que ha sucedido hoy en los pasillos de estanterías. A ella no le agrada de nada Kota, no creo que sea muy feliz sabiendo que tal vez, me planteo algo más que una relación formal con mi tutor.

He pasado toda la cena pensando en ello. Comparo a Kota con Gustav. De alguna manera, tienen un cierto parecido. Guerreros, un poco arrogantes, románticos, misteriosos. Sin embargo, no me siento de la misma manera por ambos.

Tengo que pensar seriamente en mis sentimientos antes de ver a Gus. El no merece que lo ilusioné más, con el tuve mi primer beso, pero no quiero llegar más allá con él. No sé, no me dan ganas de nada más que besarlo.

Pero con Kota... la tarde en la biblioteca fue divertida, un poco excitante si lo pienso bien. A pesar de todas las incomodidades, tengo que admitir que nunca me había divertido tanto.

La última vez que vi a Gustav fue en este mismo cuarto, un encuentro furtivo y extraño que aún no logro comprender del todo. Eso me trae una idea extraña a la mente. Frunzo el ceño.

—Gustav nunca ha venido a medio día, siempre es en la mañana o en la tarde —comento a Aurora. Ella deja de bajar el cierre de su vestido. Ahora que lo pienso, ¿acaso no sabe ponerse otra cosa?

—tal vez tenía algo que hacer después —murmura —. Los nephilim tienen horarios extraños

—son disciplinados —vuelvo a bajar el libro y me cruzo de brazos —¿Quién estaba aquí? Dime la verdad.

Ella se me queda mirando por largo rato antes de suspirar.

—Kamel...

—mmm...

—no te diré nada de ello

—¿debo suponer lo peor?

Silencio de su parte. Lo interpreto como un sí. Seré inocente, pero no tengo un pelo de tonta. Se lo que hacen las parejas cuando quieren estar a solas, en un cuarto, cuando están enamorados.

Veo como mi hermana se pone el camisón y se acurruca bajo las mantas. No insisto en el tema, pero si rezo internamente para que esto no agrave las sanciones que se esperan.

Hija de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora