Kota no tarda en devolverme el beso, saliendo de la sorpresa, pasa su mano por mi cintura y me atrae hacia sí, juntando mi cuerpo con el suyo.
Mientras mi intención era se dulce y suave, el no tarda en subir el tono, provocando que pierda el control y calor extraño y nuevo se instale en mi centro.
Saborea mi boca y yo la suya. Nuestras lenguas juegan sin control, dejándose llevar por la nueva sensación.
De pronto tengo mucho calor, siento sus manos pasar bajo mi camiseta y acariciar mi piel. Gimo por el repentino cosquilleo que siento allí, donde su piel toca la mía. Mi necesidad de más me puede, subo mis manos hasta su cabello y lo jalo.
El gruñe y profundiza más el beso. Intento acércame más, pero pierdo el equilibrio y se cuerpo se me inclina peligrosamente hacia el vacío. Kota me sujeta, pero no puede evitar que emita un pequeño gritito.
—creo que este no es un buen lugar para esto —murmuro.
—¿tú crees? —sonríe.
Kota me ayuda a bajar por la cuerda, animándome para deslizarme por ella sin miedo hasta el piso. Todavía embriagada por el beso, sonrío y lo miro.
—debería volver a la habitación —digo —. Aurora debe preguntarse dónde fui.
—no parecía muy preocupada cuando le pregunté por ti —se encoge de hombros —, creo que la desperté.
—entonces le daré tus disculpas por interrumpir su sueño.
—quédate un poco más...
—hoy no.
Doy media vuelta y prácticamente troto hasta la salida. Kota no me persigue, pero antes de salir, lo veo sobre mi hombro suspirar y pasarse una mano por el cuello.
Sonrío aún más.
_____♥_____
Aurora esta despierta cuando entro en el cuarto. Sentada en la cama, con el ceño fruncido y una mueca en los labios.
—Kota te busca —dice apenas entro. Cierro la puerta y me apresuro a ponerme el pijama.
—ya lo sé —digo dándole la espalda —. Estaba en el gimnasio.
—¿Por qué?
—necesitaba hacer ejercicio
—lo hiciste en la mañana —la siento ponerse de pie —, antes de ir a ver a Gustav.
Me detengo bruscamente. La camiseta a medio camino en mi cabeza.
Gustav.
—ah... si —murmuro. No puede ser... —. Hay que descargar energía, ya sabes... para no estresarse.
Aurora se para detrás de mí. No sé qué estará planeando hacer, pero con certeza digo que no me agradará.
—mírame —ordena. Hago una mueca antes de dirigir mi mirada a sus ojos. Su expresión es perspicaz —¿algo paso en el gimnasio? No me mientas.
Me quedo en silencio, esperando que alguna evasiva ingeniosa acuda a mi mente como acto de magia. Lamentablemente, pasan varios segundos en los que solo pestañeo y aprieto los labios.
—¿te gusta? —pregunta. Silencio —¿lo besaste? —más silencio —. Creí que estabas con Gus.
Eso me hace sentir peor. Había olvidado completamente a Gustav. En ningún momento se me paso por la cabeza su nombre siquiera. Me siento fatal, arrepentida de haber sido tan... ¿Qué? No sabría decirlo, solo sé que estuvo mal.
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Hija de tormenta
FantasyAurora tiene una hermana, su gemela, aquella que según le han dicho quiere hacerle daño. Kalliope pasa de ser una joven huérfana a tener aquello que siempre ha anhelado y temido. Libertad. Pero pronto aprenderá que la libertad tiene un precio y debe...