Capítulo 11

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Gustav me espera entre los arbustos con una sonrisa en la cara y un pañuelo en la mano. Tiene un arañazo en la mejilla que parece estar sanando rápidamente, la ropa está sucia y su cabello derrama arena cada vez que mueve la cabeza.

—lo prometido es deuda —dice cuando llego a su lado. le tomo la cara con mis manos, analizando su aspecto espantada.

—¿Qué pasó allá? —le pregunto.

Gustav se aleja un paso y alza la mirada. Miro hacia la ventana del segundo piso de la ventana. Mi hermana se esconde rápidamente.

—esto es tuyo —murmura Gus. Me entrega un pañuelo con mi hebra de cabello envuelta —. ¿tu hermana no t e ha dicho nada?

—no —digo —. Creo que han pasado cosas más importantes.

El asiente, un poco de arena le cae del cabello. Sonrío y toco lentamente su mejilla. A pesar de su desorden, su piel esta suave y tersa.

—¿estás bien? —le pregunto. Sus ojos brillan y se inclina ante mi toque.

—mejor ahora —murmura —. Debo irme, solo quería saber si estabas bien.

—¿vendrás luego?

—en realidad —da un paso atrás y se lleva una mano a la nuca —debo ir a mi casa ahora. Unos amigos harán una fiesta mañana y quieren que los ayude.

—una fiesta...

—si —sonríe —. ¿quieres ir? Invita a tu hermana.

Bajo la mirada. Si salgo tengo que decirle a Banyan y Aurora le dirá a Kamel. Ellos han peleado hace poco, no creo que nos den permiso. Sin embargo, sonrío un poco.

—te aviso luego —murmuro.

Entonces, con la cabeza inclinada y una sonrisa en mi cara, siento sus labios en mi coronilla. Alzo la vista, pensando por un momento que lo ha imaginado, pero él está ahí, sonriéndome y devolviéndome la mirada. Se inclina otra vez, mientras yo aguanto la respiración y cierro los ojos. Me da un beso en la mejilla, la cual se sonroja ante su toque. Suspira y se da la vuelta.

Lo observo alejarse y perderse en el bosque. Me toco la mejilla, aun puedo sentir el calor y la suavidad de sus labios en mi piel.

—¡ay!

Me doy la vuelta al oír semejante alboroto a mis espaldas. Aurora esta tirada en el suelo. Me rio sin control mientras la ayudo a levantarse. Sus pies están enredados con las ramas de un arbusto. Su ropa se ha llenado de tierra y su cabello esta disparatado.

—¿sabes? Siempre me han interesado los encuentros furtivos de las parejas —dice jadeante mientras se quita el cabello oscuro de la cara —, pero ¿en medio de los arbustos? Eso es muy cliché.

Me sonrojo ante su insinuación.

—no hicimos nada —murmuro. Ella sonríe picara

—pero como te gustaría.

Suspiro y desvío la mirada. Ella se ríe, pasando su brazo por mis hombros. Comenzamos a caminar hacia la casa. Vemos un movimiento en el tejado, pero ningún ángel nos ha mirado. Aurora suspira.

—¿aún está enojado? —le pregunto. Ella hace una mueca y frunce el ceño.

—no soy yo quien tiene que disculparse.

Eso me extraña. Fue ella quien casi nos mata de un ataque a todos, pero no puedo culparla. Yo hubiera hecho lo mismo, tampoco lo es todo. Aunque, eso sí, me gustaría.

Hija de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora