Capítulo 20

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Doy un paso atrás justo cuando la puerta de la terraza donde nos encontramos se abre.

Banyan trae un semblante serio y apresurado que me pone de inmediato en alerta. Mira a Kota un momento antes de sujetarme de los hombros.

—tenemos que irnos —dice. Me quedo mirándolo sin comprender. Noto que le cuesta pronunciar sus siguientes palabras —. Tu padre ha sido atacado.

No sé cómo sucedieron las cosas después de eso. Me hallo presente a ratos mientras Kota me dice algo que no oigo y Banyan me sujeta en un abrazo que no siento. El viento imponente me azota el rostro por lo que parece una eternidad. El suelo vuelve a mis pies.

—Kalliope —mi ángel guardián acaricia mi mejilla con ternura. Parpadeo saliendo de mi letargo.

Miro a mi alrededor. Estamos enfrente de la casa de mis padres, aquella ultima residencia que me acogió antes de ser trasladada al palacio.

Un grito desgarrador, cargado de un dolor escalofriante. Me estremezco y me acerco temerosa a la puerta. Banyan me sigue de cerca cuando abro la puerta y cruzo el umbral.

Lo primero que veo al entrar en la sala me hace pararme en seco. Mi hermana, Aurora, llora acurrucada en el regado de Kamel. Él le acaricia el cabello y susurra palabras e su oído para hacerla dormir. Pero sus intentos son inútiles, mi hermana solloza y no puede salir de su estado.

Nunca había visto a Aurora llorar, jamás, ni siquiera por algún instante la he visto derramar una lagrima. Es casi revelador verla aquí, derrumbada buscando consuelo en los brazos de su ángel.

Banyan está tenso a mi lado y carraspea para que ellos noten nuestra presencia. Kamel es el primero en reaccionar, tensa la mano y se aleja lentamente de mi hermana. ambos ángeles se miran mutuamente en un claro desafío.

Aurora levanta su mirada llorosa hacia mí, se levanta y corre hasta mí. ambas nos abrazamos, ella desconsolada, yo más impactada que otra cosa.

—¿Dónde está? —pregunto al momento que otro grito retumba en la casa.

Mi hermana me aprieta contra si antes que Kam llegue.

—no ha parado de gritar —murmura Aurora, pero no se si es a mi o al ángel.

Diviso las escaleras y me apresuro a seguir el sonido de los gritos. Ahora son más tenues, pero cada ciertos se vuelven estruendosos.

Recorro el pasillo, solo hay una puerta abierta allí donde sale una tenue luz que inunda el pasillo. Reduzco la velocidad de mi andar, dándome cuenta recién que he subido yo sola.

Al llegar al umbral de la puerta, mi corazón se aprieta. Mi padre esta tendido en la cama, se remueve inquieto, desesperado. Mi madre le pasa un paño por la cabeza y lo insta a morder una mordaza de goma. Tiene las venas del cuerpo saltadas en su piel, suda de manera preocupante y tiembla. Hay al menos cinco personas más, desconocida para mí, pero todas hacen algo para ayudarlo. Le están inyectando sangre e intentando bajarle la fiebre con pociones.

Lucy también esta aquí junto a su amiga Scarlet. Las brujas me ven, pero es la pelirroja quien se levanta y me lleva fuera de la habitación.

—¿viniste sola? —me pregunta.

—¿Qué paso? —pregunto.

La puerta se abre de nuevo, mi tío Rubén me mira con una sonrisa débil.

—yo me encargo —le dice a Scarlet. Ella duda un momento —. Le dije a Banyan que la trajera. No puedes pedirle que se vaya y yo no te echare de esta casa.

Hija de tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora