Capítulo XXXVIII

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La muerte como tal no es la gran cosa, es insignificante, me refiero a que, es sólo la falla de los órganos vitales del cuerpo de un individuo a nivel irreparable, el verdadero significado de la muerte se lo dan los espectadores de ésta, aquellos que la sufren mayor que el que se va, la muerte es pausada, triste, agónica pero sobre todo tan silenciosa que es donde podemos comenzar a escuchar el grito de los sentimientos que tal vez, nunca dejamos salir.

Aáron Furst

— ¿Sí? — Cassandra respondió la llamada entrante a su teléfono sin mirar el identificador, ya que tenía en sus manos la mala y bolso a punto de cerrar la puerta del apartamento, el celular quedó en medio de su cuello sostenido por sus hombro y mandíbula.

— Hija...— en ese momento soltó las llaves y se enderezó para poder hablar mejor.

— ¿Mamá? Hola, ¿qué ha pasado? — su madre no la llamaba hace varios días pero eso era algo normal, estaba muy ocupada con la florería, la repostería y los demás negocios que poseía, su tono bajo le llamó bastante la atención por eso, se puso alerta.

— Cariño, Ann ha muerto. —

— ¿No piensas que debes darle su espacio? Es su trabajo, Kelly.— la voz de la razón en ese instante, Rix, se hallaba sentado como la mayoría del tiempo en el viejo y memorable sillón lleno de recuerdos de la casa que compartían todos los de equipo, la casa donde todos convivían, excepto que Kells no consideraba esa su casa luego de que la morena impregnara su aroma en las sábanas de aquel apartamento escondido de todos.

Colson lo miró por varios segundos, mientras un vaso de Hennessy iba dirigido a su boca, eran ya las nueve de la mañana, había conseguido por ciertos contactos, los detalles del vuelo de Cassandra por lo que no iría allí, la esperaría en el hotel donde se hospedaba, que justamente era del riquillo de Zack, o mejor dicho, de su padre, no podía negar que era uno de los mejores hoteles que había pisado pero también se juró que sólo lo pisaría por Cassandra, sólo una última vez.

Dio una calada al porro que se encontraba en su mano, se quedó mirando varios segundo el envuelto, la causa de su esplín, algo que ciertamente lo hacía ser él pero no era él. Dejó el porro a un lado y volvió a mirar a Rix pero de su boca no salía ni una palabra, no dudaba en que las intenciones del hombre eran buenas, tampoco quería mantener un ojo en Cassandra porque desconfiara de ella, no era así, lo hacía, confiaba en ella y tal vez no era consciente de ello, lo que no podía tolerar era la idea que taladraba su cabeza constantemente, cualquier hombre cerca de ella, mucho más uno tan astuto y inoportuno como Zackary y su gentuza, no podía tolerar el hecho de otro hombre tocando su tersa piel, aquella que más allá del deseo, le inspiraba cosas que creía ajenas a él desde hace mucho tiempo.

Se levantó de donde estaba y sacó su teléfono, marcó el número de Cassandra, quien tendría que estar camino al aeropuerto. Tres pitidos hicieron falta para poder escuchar una suave voz al otro lado de la línea.

— ¿Hola?— notó su tono confundido y frunció el ceño.

— Cassandra, ¿ya estás en el aeropuerto? — preguntó con cierta firmeza no intencional.

— No, aún estoy en casa. Sólo estoy un poco retrasada.—

— Está bien, no olvides lo que dije. —

— Eso es algo de lo que no has querido hablar. —

— No he querido discutir, Cassandra, es diferente. — dijo pasando una mano por su cabello rubio.

Bad things || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora