Capítulo XLI KELLS

848 52 10
                                    

Se encontraba frustrado.

Ni siquiera esa era la palabra correcta para describirlo, Cassandra no había repondido los cientos de llamadas que le hacía diariamente, no las contaba pero podía jurar que su teléfono explotaría en algún momento.

Había decidido intentarlo de nuevo esta vez, su contacto le había informado de los cambios de teléfono que había hecho Cassandra, la rubia, aquella asistente nerviosa que lo había dejado pasar ese día en la oficina.

Amanda.

Sí, Amanda sí se dio cuenta de que algo pasaba y por eso, cada vez que Cassandra la enviaba a por un nuevo teléfono, ella siempre registraba el número y se lo enviaba a Colson, quien, lo haya admitido o no, se encontraba más que agradecido con la rubia.

La había llamado corriendo con lo que ahora no podía determinar como suerte por cómo terminó pero sin duda, escuchar su voz era lo más parecido a la tranquilidad y alegría que había sentido en los últimos días, había dejado de emborracharse porque aquella noche, cuando terminó en la casa de Cassandra borracho hasta la médula, en su medio inconsciencia había escuchado su suave voz como un sueño, donde se lo pedía, le pidió que dejara de hacerlo y él, lo había cumplido.

Su teléfono sonaba constantemente, no había tenido contacto con nadie, excepto varias personas que conocían su ubicación pero que, luego de varias amenazas, habían decidido no comentar nada.

Se sentía estúpido y demasiado culpable porque no podía creer lo que había hecho, era mucho más fácil imaginarse que nunca había pasado pero las consecuencias allí estaban y tenían un precio demasiado alto, el odio de la morena era algo que realmente lo destrozaba, sin embargo, no ser consciente de los actos que llevaron a eso lo hacían sentirse peor.

Había planeado tantas cosas para ellos en su cabeza, tantas hazañas que lograrían juntos, tantos muros que derrumbar, aquellos muros que sin mucho esfuerzo ella había hecho añicos.

Ni siquiera tuvo que dejarla entrar porque como se lo había dicho una vez, se impregnó en él como la tinta de un tatuaje.

Para siempre.

Intentaba recordar esa noche cada día después de que ocurrió, tratando de armar las piezas faltantes del rompecabezas que ahora era su memoria sin éxito eminente.

Salió de sus pensamientos cuando la puerta del apartamento se abrió bruscamente, se giró de inmediato hacia allí sin sorprenderse por la presencia de Rix, Rook y Mod en el lugar.

— Hijo de puta, es hora de que te levantes de allí, ahora. — se acercó Rook a lanzarle un cojín del sofá ganándose un gruñido por parte del rubio.

— Vamos Kelly, Mod tiene algo que contarnos. — le dijo Rix calmado, sentándose a su lado, el rubio se encontraba en uno de los sofás, rodeado de basura y con el celular en la mano.

— ¿Debería importarme? — le preguntó bruscamente Kells, este no era un buen momento.

— Deberías si quieres saber qué pasó exactamente esa noche. — la atención de Colson se dirigió a Rix y luego a Mod, quien fumando un porro lo miró desde la esquina.

Se reincorporó en el sofá y lo miró, ojos cansados y bolsas bajo éstos, no prestó mucha atención a su alrededor, tanto que no notó el golpe que tenía Rook en la cara o nada más que no fuera a su hippie amigo que se preparaba para encararlo.

— No pasó nada esa noche. — soltó. Kells lo miró con una ceja alzada, esperando por más. — Bueno, no pasó nada esa noche, no contigo. Cuando subiste con las mujeres, bajaron a los diez minutos, buscando consuelo porque el gran Machine Gun Kelly las había echado y luego se había quedado dormido, yo dormí con ellas, no tú. —

— Y ¿Cómo carajos terminaron en mi cama? —

— Oh sí, eso, pues, todos estábamos en ti habitación recuerdas, incluso Rook y su puta terminaron allí. — explicó a medias Mod.
Miró a Rook quien asintió sin darle mucha importancia.

— ¿Por qué mierdas me cuentas esto hasta ahora? —

— Amigo, lo había olvidado, estaba tan drogado como tú pero hey, yo no olvido tan fácil una noche tan buena. — respondió Mod con una sonrisa.

Colson ignoró las palabras del su hippie rubio amigo y se levantó del sofá.

— Maldición. — soltó. Un improperio era lo indicado ahora, se sentía increíblemente liberado, como si un gran peso hubiera bajado de sus hombros.

Se dirigió rápidamente a las escaleras para darse una ducha e ir al lugar donde sabía encontraría su felicidad, finalmente.

La casa de Cassandra.

























Carajo que tenemos más que suerte

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Carajo que tenemos más que suerte. Estoy enferma con la jodida conjuntivitis que ha arropado mi país así que, en serio tenemos suerte de que haya escrito los capítulos antes. Los amo tanto y los extrañé un montón. 💝


Aáron Furst

Bad things || TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora