Invisible.

Capítulo 12

 "Invisible" 

Capitulo XII: "No sé que duele más si las cicatrices o tragarse el nudo en la garganta al querer llorar."

El cabello húmedo se pega en su rostro dándole un aspecto de tristeza aún mayor mientras toma el café humeante a mi lado. Se encuentra sumida en sus pensamientos a tal punto que le hablo y no escucha, entonces la dejo que se hunda en su tristeza antes de que tenga que lidiar conmigo. Los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, aunque por suerte ya ha dejado de sollozar sobre mi hombro. Tiene las manos rodeando el vaso descartable de café calentando los dedos helados que hasta hace unos segundos temblaban. 

  — ¿Mejor? —Me atrevo a preguntar.

Parece salir del mar de pensamientos cuando asiente y al segundo cierra los ojos. Al abrirlos noto esta mirada nuevamente, una que pide ayuda a gritos aunque nadie sepa interpretarla. Voltea a verme sonriendo de lado en un intento fallido por hacerme sentir mejor respecto a la situación.

  — Tienes que desayunar todos los días. —Mis palabras son terciopelo por miedo a hacerle algún daño—. Tu cuerpo necesita arrancar el día con energías.

 Asiente aunque sé que no me va a hacer caso, pero vale la pena intentarlo. Mamá siempre dijo que el desayuno es la comida más importante del día porque activa el metabolismo, el cuerpo se prepara para afrontar un nuevo día y es mejor tener energías que pasársela arrastrando los pies las 24 horas.

Su mirada se pierde en las gotas que perlan el vidrio de la cafetería mientras le acaricio la espalda de arriba abajo en un intento de tranquilizarla. No estoy tomando café porque he desayunado más temprano y porque ciertamente no me alcanzaba el dinero.

La lluvia no cesa ni por un segundo, lo que hace que Katherine tenga la excusa perfecta para contemplarla sin tener que darme explicaciones o hablar conmigo, y aunque sé que no es el mejor momento para hablar solo anhelo poder hacerlo, poder escucharla descargarse como anoche y que me diga cómo se siente, necesito saber que va a estar bien porque cuenta conmigo. No vale nada haberla visto tan feliz por la mañana si una hora después es puro llanto y tristeza.

  — Voy al baño —dice, poniéndose de pie.

La veo perderse en el pasillo acomodando las mangas en sus muñecas con nerviosismo. 

Una gran incógnita asalta mi cabeza. ¿Por qué va al baño justo al terminar? No quiero saber la respuesta en el caso de que no sea solo por una necesidad fisiológica. Se me revuelve el estómago de pensar que quizá siente la necesidad de vomitar lo que acaba de ingerir. ¿Es bulímica? Estoy exagerando la situación a un nivel máximo del que puedo soportar, y para no pensar en ello me pongo de pie antes de que ella llegue a tiempo para ver el horror en mi mirada. Desecho en envase vacío y hago fila detrás de dos parejas que esperan para pagar lo consumido. 

— Hola —dice, colocándose a mi lado y busca mi mano.

Le tomo la mano sabiendo que nuestra piel no va a hacer contacto directo a causa de la tela del buzo. El chico me pide el número de mesa para darme la cuenta, y luego de abonar meto el vuelto en el bolsillo.