Invisible.

Capítulo 25

 

  "Invisible" 

Capitulo XXV: "Es difícil no dudar cuando ya te fallaron una vez."

En el receso del segundo período Katherine se pierde de mi vista, así que dejo de intentar controlarla y acercarla a mí porque realmente no tengo ni la menor idea de qué la está fastidiando esta vez. Cuando nos liberan en el colegio me monto en mi moto mientras espero que ella salga para cerciorarme de que está viva y en el edificio, cuando lo hace baja de manera rápida las escaleras, cruza la calle y atraviesa la plaza mientras yo conduzco a paso de hombre esperando a que me hable una vez de estemos solos y en una calle poco transitada, pero me ignora.

  — ¿Te llevo? — Disminuyo la velocidad para acompañarla en su caminata—. Ah, cierto que te molesta mi presencia — digo como si acabara de recordarlo—. ¿Por qué no me hablas?

Katherine se detiene en seco haciendo que frente de golpe impactando mi cuerpo contra el manubrio, me acomodo para mirarla de brazos cruzados con su mirada más penetrante.

— Piérdete.

 Quiere retomar su camino, por lo que la tomo de la muñeca haciéndola retroceder de un tirón. Su boca se abre en un gemido de dolor y se zafa rápido antes de sostenerse la muñeca con la otra mano. Si, le hice daño, pero no cuenta porque ella se lo ha hecho antes.

  — ¿Qué rayos te ocurre?

  — ¿Por qué no vas a molestar a Becca? ¿Ah Bieber?

Ruedo los ojos porque me importa muy poco que se ponga celosa por alguien que ni siquiera tiene mi número de teléfono, o sea, no es relevante en mi vida. Debería alegrarme aunque sea una pizca que se ponga celosa porque eso significa que yo le importo, tal como yo me pongo cuando ella habla con Chaz.

— ¿Es por eso? Déjame decirte que tú me echaste, por eso tuve que buscar un nuevo asiento.

Niega con la cabeza antes de chasquear la lengua y retomar su camino. La sigo solo porque siento la estúpida necesidad de darle explicaciones. ¿Por qué hago esto?¿Por qué la dejo hacerme la vida un infierno? Ruedo los ojos.

  — Katherine, Katherine ven aquí, carajo.

Sigue su paso como si nadie la estuviese llamando, como si mis palabras hubieran sido desvanecidas a causa del aire. Ahora yo me siento invisible.

  — Becca creía que tú eras mi novia — intento llamar su atención.

— De seguro lo negaste al tiro.

— ¿Qué dices, tonta? Solo lo aclaré.

— Es una perra — dice, entre dientes.

Me detengo con motocicleta y todo, ya no puedo seguir andando así porque me cuesta llevarla calle arriba.

  — Bueno si, es una perra.

— Lo digo porque lo sé, Bieber.